36/13(20/02/17) Entretenida y satisfactoria (por su valor antropológico), aunque con sus arrugas y taras, cuarta realización de un Alfred Hitchcock de 27 años, siendo su primer gran éxito y la primera también en la que hace su clásico cameo (se dice que empezó porque le hacía falta un figurante se puso él, . Rodada en Londres, se basa en la novela "The Ledger" (1913), de Marie Belloc Lowndes, inspirada libremente en "Jack el destripador", adaptada a su vez de una obra de teatro del dramaturgo Horacio Annesley Vachell que Hitchcock vio en 1915 . primera producción dirigida por Hitchcock en la que aparece un cameo del autor, Hichcock aparece en los primeros minutos, de espaldas a la cámara, en la redacción del periódico. Es un film en que el orondo realizador londinense deja constancia de sus mantras para el cine, como es el recurso del falso culpable perseguido por todos y teniendo que demostrar su inocencia, su fetichismo sexual retorcido con un asesino de mujeres, y su gusto sempiterno por las rubias (Ingrid Bergman, Grace Kelly, Eva Marie Saint, Kim Novak, Tippi Hedren,...), asimismo el realizador innova influenciado por su experiencia en Alemania (allí rodó en 1925 “El jardín de la alegría”), trayendo de allí su gusto por el expresionismo germano, plasmado en varias escenas. La primera película de Hitchcock como director fue “Number 13” (1922), que no pudo terminarla, la segunda “Always Tell Your Wife” (1923), que la empezó como asistente, pero termino dirigiéndola, por lo tanto oficialmente su primer film fue “The Pleasure Garden” (1925), seguido del segundo “Fear o' God” (1926). historia construida en función de la falsedad de las apariencias. Todo apunta, y Hitchcock se recrea en subrayarlo astutamente. La asistente de Hitchcock era Alma Reville , se casaron el 2 de diciembre 1926, poco antes de que la película fuera estrenada.

Jonathan Drew (Ivor Novello), hombre tranquilo y silencioso, alquila una habitación en la casa de la Sra. Bouting (Marie Ault). Sus frecuentes salidas nocturnas levantan las sospechas de que él es el autor de los 7 asesinatos de jóvenes rubias, cometidos en la ciudad siempre en martes. Frente a las sospechas familiares se alza la hija de la casa, Daisy Bouting (June Tripp), novia del policía Joe Betts (Malcom Keen).

Un film atractivo sobre todo a los que gusten de ver los inicios de los genios del Séptimo Arte, y aquí ven sus huellas de lo que está por venir, sin ser nada importante la calidad del relato, posee algunos momentos y recursos que la hacen interesante. Está la creación inteligente de una atmósfera de tensión latente, de intensidad dramática, de edificación de la angustiosa paranoia general ante un peligro invisible, del suspense misterioso ante lo desconocido, jugando con la duda, con la inseguridad del espectador en lo que ve, y todo aderezado con dosis de humor desengrasante (otra constante hitchcockiana), aunque todo esto nos es mostrado con recursos un tanto tramposo y arteros (spoiler), coronado con un final que no era el que quería Hitchcock (spoiler). El relato nos hablo sobre todo de cómo la sospecha puede ser un arma terrorífica, habla de los celos, de la duda, de los linchamientos, las falsas apariencias, de tomarnos la justicia por nuestra mano.

Pero sus taras son contrapesadas con algunos exquisitos momentos, como el clima sombrío que traslada al espectador, maximizado esto por la fotografía, de Gaetano di Ventimiglia ("El jardín de la alegría"), con esa dualidad permanente del interior de la casa de huéspedes, frente al exterior, siempre nocturno, sombrío, nebuloso, un estética deudora del expresionismo gótico-alemán, jugando con los claroscuros, las sombras proyectadas, ejemplo Jonathan Drew asomándose por la ventana y proyectándose una forma de cruz sobre el rostro del protagonista (muy alegórica religiosa), o el rompedor ángulo nadir (posición de cámara desde la vertical inferior del objeto o persona), el letrero luminoso de neón parpadeante que se ve desde la ventana del protagonista, “Golden Curls”, como recordatorio del posible pensamiento del que puede ser un homicida de rubias, cuando para sentir el andar (nervioso) del inquilino en el piso de arriba vemos al susodicho desde abajo en un techo (de cristal) transparente y por debajo la lámpara cimbreante, esta con tres bombillas en forma de triángulo, la forma que el asesino utiliza como tarjeta sobre sus víctimas, como el ingenioso flash-back, recursos que reflejan a un director pionero, inquieto en su querer reflejar emociones y sensaciones a través del expresionismo estético visual.

La interpretaciones rezuman teatralidad propia del sine mudo, todos muy sobreactuados para compensar la falta de voz. El protagonista Ivor Novello (compositor, cantante y actor galés que llegó a ser el más popular artista británico de principios del siglo veinte, teniendo un premio discográfico su nombre), el actor galés sabe darle elegancia y algo de sentimiento, dota de ambigüedad a su rol, pero sin más. June Tripp como la bella Daisy aporta frescura, gracia natural y carácter. Malcom Keen como el policía Joe Betts encarna a un tipo extrovertido, jaleoso, divertido, que cuando ve amenazada a su amada se convierte en un vil celoso capaz de maquinar en su mente lo peor de lo peor. Marie Ault como la casera cumple con su papel de “metomentodo”.