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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama. Intriga. Thriller Acusado de haber matado a su hermano durante la adolescencia, Salvador (Ricardo Darín) vive aislado en las montañas en medio de la Patagonia. Tras varias décadas sin verse, su hermano Marcos (Leo Sbaraglia) y su mujer Laura (Laia Costa), llegan para convencerle de vender las tierras que comparten por herencia. El reencuentro, en medio de un paraje solitario e inaccesible, reaviva el duelo familiar dormido. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
150/24(27/07/17) Fallido thriller hispano-argentino escrito y dirigido por Martín Hodara, ayudante de dirección en las estupendas “Nueve reinas” (2000) y “El aura” (2005, ambas dirigidas por Fabián Bielinsky, protagonizada por Ricardo Darín, siete años después co-dirige junto al actor referido su ópera prima con el cine negro “La señal”, protagonizada (otra vez) por Darín, diez años tras su debut dirige en solitario esta, como no protagonizada (sí, otra vez) por Darín. Es una cinta que a priori tiene muchos alicientes para hacerla apetecible, como la primera vez que trabajan juntos los dos mejores actores argentinos de los últimos lustros, Ricardo Darín (…otra vez) y Leonardo Sbaraglia, ya lo hicieron en la misma película, “Relatos salvajes” (2014), pero cada uno era en cortometraje diferente de los que componían la antología de relatos que era la película, aquí los dos se interrelacionan, también es atractivo el escenario, una cabaña en medio de las montañas nevadas, lugar inhóspito y bello, un thriller opresivo en un lugar aislado, pero todos estos alicientes son torpedeados por un desarrollo arrítmico y por un guión que discurre a trompicones, y es que al final te das cuenta que todo resulta impostado y artificioso, el marco de la sierra nevada no es más que algo metido con calzador, que se rebela como lo único salvable, el apartado visual, pero falto de sentido orgánico en el argumento, no hay atisbo que este salvaje lugar tenga conexión con la historia, con su arranque se pudiera pensar en que se hará una crítica al despiadado capitalismo que todo lo arrasa, con lo referente a la oferta por la compra de la finca en el parque natural, pero esto es un mero McGuffin para volver a unir a estos dos hermanos, a los que se intenta desde el torpe guión dar un aura cuasi-religioso, con efluvios a Caín y Abel, derivando el libreto hacia el drama familiar, donde los secretos, los fantasmas del pasado, las rencillas enquistadas, y los sentimientos de culpa se adueñan de los fotogramas. Quedando un film intimista turbio, que pretende más de lo que da, con un ritmo espeso, tanto que su metraje (a pesar de ser corto) se me hace letárgico, redunda y remastica las situaciones sin más sentido (parece) que dar más minutos (de relleno) para ser largometraje, pues todo se subraya tanto con chirriantes flash-back que encima son confusos y más falsos (tanto como que se diga que es la Patagonia y sea en Andorra) que una moneda de tres euros, todo lento hacia un final pretendidamente sorpresivo que lo que hace es crujir por lo tramposo.

Acusado de haber matado a su hermano durante la adolescencia, Salvador (Ricardo Darín) vive aislado en el medio de la Patagonia. Tras varias décadas sin verse, su otro hermano Marcos (Leo Sbaraglia) y su cuñada Laura (Laia Costa), llegan después de la muerte de su padre para convencerlo de vender las tierras que comparten por herencia. Tendrá cierta importancia el intermediario Sepia (Federico Luppi).

Crudo thriller con ínfulas shakesperianas, de tragedia griega fatalista, familias desestructuradas, con fratricidio, locura, duelos de hermanos por una tierra, bajas pasiones, asesinatos, codicia, y… (no puedo decirlo para no spoilear), pero el traje le queda muy (pero muy) grande, en donde el fuerte es la creación de una atmósfera sórdida, cargada de aire malsano, donde la tensión violenta palpita desde el primer encuentro entre los hermanos, esto lo consigue Hodora encerrando a tres personajes en una cabaña aislada del mundo, y ahí se irán desvelando poco a poco las causas de la acritud fraternal, ello sobre todo a la inserción de varios recuerdo de Marcos sobre el pasado, sobre el día en que todo se torció, estos mostrados con buen sentido estético pues son exhibidos en un movimiento de cámara sugerente (no original pues ya esto era manejado en la película de John Sayles “Lone Star”), pero a la postre, una vez terminada la cinta estos se rebelan troleros (spoiler). Estos recuerdos deberían servir como piezas para componer el puzle de la situación enfrentado entre Marcos y Salvador, pero al producirse de forma fullera el espectador se puede sentir estafado.

Es imperdonable que el director y guionista no haya surtido a los dos actores argentinos de unos diálogos acordes a su gran talento, haciendo incluso que su comportamiento se traduzca con la revelación del “secreto” en errático y sin sentido, como caótico es la manera de proceder del personaje encarnado por la catalana Laia Costa, sin demasiada relevancia, podría haberse suprimido perfectamente, pero es que en lo poco que aporta resulta anárquica. Los sumergen en una narración desprovista de garra, como sí el realizador pretendiera que los actores pusieran lo que el guión no puede, que su intensidad rellenara las lagunas y agujeros, cuando en realidad una vez pasada media hora (apx.) la película cae en lo monocorde, se desinfla poco a poco, tanto que cuando se desatan las hostilidades ya nos da igual lo que le pase a uno o a otro, regado esto con casualidades azarísticas cogidas por los pelos, donde la acción avanza porque así lo marca el guión, no porque fluyan de modo natural los acontecimientos, produciéndome una honda inanidad y sensación subsiguiente de caducidad inmediata.

Leonardo Sbaraglia como Marcos lleva el peso de la trama con un rol un tanto apagado, a verlas venir, sin demasiada fuerza dramática; Ricardo Darín compone al rudo y ermitaño Salvador, lo hace con rostro pétreo, de apariencia osca con esas greñas y barba descuidadas, un anacoreta asocial, no tiene dimensión alguna, es un misántropo y se comporta como el cliché que es, sin matices: Laia Costa está simplemente correcta; Federico Luppi muy desaprovechado en rol un tanto confuso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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