Media votos
8,1
Votos
399
Críticas
41
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Giulietha:
8
6,5
3.586
Drama
Nelly Lenz, una alemana judía superviviente de Auschwitz, regresa a su Berlín natal con la cara desfigurada y acompañada por su gran amiga Lene Winter, de la Agencia Judía. Nelly pide a un eminente cirujano que le reconstruya el rostro para que sea lo más parecida a como era antes. Recuperada de la operación empieza a buscar a su marido Johnny, un pianista. Pero el reencuentro no es lo que ella esperaba. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me recomendaron esta película por su temática del Holocausto (de la cual soy adepta), por eso me decidí a verla. Al principio me decepcioné un poco porque el tema no era el Holocausto, si no el post holocausto. He visto muy pocas películas (creo que tampoco hay demasiada promoción de ellas) de la temática de posguerra (post segunda guerra). Creo que la mayoría de las historias a contar explotan la riqueza que aporta el drama de la segunda guerra mundial, sobre todo el vivido por los judíos en los campos de concentración. Quizás no muchos saben que los judíos fueron uno de los grupos exterminados, pero también había gitanos, homosexuales, intelectuales, comunistas, y un sinfín de humanos que no se enmarcaban en “la perfección de la raza aria”.
Si bien por momentos la película me resultó pesada, un tanto apática, interminable por momentos, el final le otorgó sentido a todo.
Me dije: es de las películas que comienzan cuando terminan. Allí salen a la luz las preguntas, los cuestionamientos, las definiciones.
Si bien por momentos la película me resultó pesada, un tanto apática, interminable por momentos, el final le otorgó sentido a todo.
Me dije: es de las películas que comienzan cuando terminan. Allí salen a la luz las preguntas, los cuestionamientos, las definiciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Spoiler:
El final. Un segundo donde todo cuadra: el número tatuado en el brazo, la preciosa voz que sale primero titubeante y luego va cobrando fuerza, tal como lo fue haciendo la protagonista a lo largo de la película. El mutismo y la sumisión de la misma, la incapacidad para odiar a quien la había traicionado: su propio esposo. La negación constante de la realidad, de lo que iba descubriendo a partir de su vuelta al mundo: que su esposo no-judío la había traicionado (la había delatado) y no fue preso como ella creía (lo dejaron libre luego de haberla delatado), que se divorció de ella mientras ella estaba en un campo de concentración, que la necesitaba solo para cobrar la herencia, y que al descubrir en ella a una mujer parecida a su ex esposa le propone que se haga pasar por ella para dicho fin. Y él, dominante, soberbio, subestimando a (Nelly), negándose a ver también lo que su cuerpo le gritaba: que ella no era parecida, que era su esposa.
En los minutos finales, y con la canción Speak Low, los roles se intercambian. Toda esa tensión acumulada, esa negación de la propia identidad de Nelly (añadiría que también de Jonnny), ese silencio contenido, la actuación constante de otra que se hace pasar por otra, (que al menos a mí me generó mucha tensión y bronca), todo eso, en un pasaje que comienza lento, suave y que va in crescendo pero que nunca se vuelve violento, sale a la luz.
Me pregunté entonces en qué consiste la identidad de alguien. Cuál es el sello por el cual nos reconocen los otros. Parecería que en Nelly, cantante, había algo que no podía imitarse ni falsearse. No era el tono de su voz ni el modo de cantar, eso podría imitarse tanto como su letra, es algo que iba más allá. La esencia, la identidad, eso tan difícil de definir o de asir, de captar. Eso que aparece debajo de capas y capas, de máscaras, eso que brilla por un segundo y otorga sentido a todo lo demás. Ese instante fugaz en el que aparece el fuego de la persona y consume las cenizas del personaje.
El final. Un segundo donde todo cuadra: el número tatuado en el brazo, la preciosa voz que sale primero titubeante y luego va cobrando fuerza, tal como lo fue haciendo la protagonista a lo largo de la película. El mutismo y la sumisión de la misma, la incapacidad para odiar a quien la había traicionado: su propio esposo. La negación constante de la realidad, de lo que iba descubriendo a partir de su vuelta al mundo: que su esposo no-judío la había traicionado (la había delatado) y no fue preso como ella creía (lo dejaron libre luego de haberla delatado), que se divorció de ella mientras ella estaba en un campo de concentración, que la necesitaba solo para cobrar la herencia, y que al descubrir en ella a una mujer parecida a su ex esposa le propone que se haga pasar por ella para dicho fin. Y él, dominante, soberbio, subestimando a (Nelly), negándose a ver también lo que su cuerpo le gritaba: que ella no era parecida, que era su esposa.
En los minutos finales, y con la canción Speak Low, los roles se intercambian. Toda esa tensión acumulada, esa negación de la propia identidad de Nelly (añadiría que también de Jonnny), ese silencio contenido, la actuación constante de otra que se hace pasar por otra, (que al menos a mí me generó mucha tensión y bronca), todo eso, en un pasaje que comienza lento, suave y que va in crescendo pero que nunca se vuelve violento, sale a la luz.
Me pregunté entonces en qué consiste la identidad de alguien. Cuál es el sello por el cual nos reconocen los otros. Parecería que en Nelly, cantante, había algo que no podía imitarse ni falsearse. No era el tono de su voz ni el modo de cantar, eso podría imitarse tanto como su letra, es algo que iba más allá. La esencia, la identidad, eso tan difícil de definir o de asir, de captar. Eso que aparece debajo de capas y capas, de máscaras, eso que brilla por un segundo y otorga sentido a todo lo demás. Ese instante fugaz en el que aparece el fuego de la persona y consume las cenizas del personaje.