Buen film, heredero de una tradición narrativa ambiciosa y que bebe directamente de un referente tan claro como es "El Padrino". Si allí nos explicaban la génesis de la mafia italiana en Estados Unidos, aquí lo hacen con la CIA, con un buen Matt Damon haciendo las veces de Padrino legal de todos los americanos, al frente de las contraoperaciones de la central de inteligencia.

Las pulcra producción y dirección no pueden ocultar, no obstante, ciertas carencias que podrían resumirse en que hay un abuso de lugares comunes en un guión sólido pero no brillante y en alguna que otra puesta en escena perezosa, restando brillo al conjunto y acercándolo más a buenos films que no a obras maestras.

El arriesgado casting salva, en general, su difícil papel, quizá a excepción de una Angelina Jolie que no es que lo haga mal (no puede pues es una buena actriz) sinó que es totalmente imposible creérsela con 50 o 60 años y, cuando coincide con Matt Damon, está a punto de que nos demos cuenta de que tampoco él los tiene.

El contra absoluto lo tiene en su desproporcionado metraje, casi tres horas que podrían haber sido, como mucho, dos.