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España España · Barcelona
Voto de picais:
7
Drama En la Roma de la posguerra, Antonio, un obrero en paro, consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El desasosiego, la desesperación, el desconsuelo, están presentes y latentes desde el primer al último fotograma de la película. A uno le entra una angustia contemplando las desgracias que le suceden a ese pobre hombre, tanta, que hasta nos sentimos algo culpables por quejarnos a veces de cuestiones que se convierten en banales comparándolas con las que aquí nos muestran.
Desde luego no debía de ser nada fácil la vida en aquella Roma de la posguerra, como no lo era y no lo es aún hoy día en un montón de lugares del mundo, el paro, la miseria se palpa por todas partes, en cualquier detalle, las aglomeraciones de la gente en torno a los tranvías, las casas de empeño, la forma en adjudicar el trabajo, las condiciones de algunas viviendas que nos muestran, es un autentico catalogo de calamidades. Hasta la luz parece menos clara y la lluvia un aliado negativo más.
Todo eso está muy bien, despierta nuestras dormidas conciencias y consigue revolvernos las tripas, pero como dice alguna de las críticas que aquí he leído, quizás esa función ya la cumplen los documentales y posiblemente de una manera más eficaz, pues ya sabes lo que vas a ver y lo que puedes esperar.
Yo ante este tipo de películas siempre me pongo en guardia, no digo yo que no sea una cinta mítica, cumbre del neorrealismo, por muchos venerada y que deja huella, que Bruno no sea uno de los niños más entrañables de la historia del cine, todo ello y muchas más cuestiones son seguramente ciertas. Pero ese hurgar de forma casi sádica en las desgracias ajenas, parece que en algún momento incluso con saña me suena un poco tramposo, de ahí mi comentario de ponerme en guardia, los medios no siempre justifican el fin por mucho mensaje moral que se pretenda lanzar, lo que está mal, está mal, aunque las situaciones tiendan a justificarlo.
picais
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