Empezando por la velocidad con la que Hobbs se impulsa con el carrito, pese a su cojera, a lo largo del pasillo. Pero, además, le toca en suerte el vigilante menos atento. Más preocupado - qué casualidad, justo en el intervalo del minuto en que la cámara sí filma - por la comida y por sacarla de la bolsa. Pero es que, sin contacto directo entre los cómplices, también da la casualidad de que Demi Moore llama exactamente en el instante oportuno para acabar de despistar al incauto.
Y luego, aunque la estrategia del desagüe es ingeniosa, ¿cómo sabe Michael Caine que los diamantes van a acabar apilados en esa zona del alcantarillado, y no navegando por la red?