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Voto de Joan Ramirez:
2
Drama Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista. En 2006 contó con una secuela, "Belle Toujours", dirigida por Manoel de Oliveira. (FILMAFFINITY)
9 de agosto de 2011
38 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un desastre. La fotografía y, sobre todo, la iluminación de los interiores son de culebrón ochentero. O peor: me recordaba a "la aventura" de "Los payasos de la tele", aquel fragmento en que, junto al señor Chinarro, los Aragón se movian entre decorados.

La interpretación de la Deneuve, sin sangre en las venas, emulando un estado de excitación sexual cercano al sonambulismo, me invita a rehuir cualquier otra película en que aparezca. Por otra parte, la nula evolución en el devenir de los personajes invita a la confección de este catálogo plano, paródico y circense (de nuevo) de lo que pasa en un lupanar.

Sinceramente, no sé que pretendía Buñuel con esta película que ni es realmente atrevida, ni arroja luz sobre ningún aspecto. Y, como digo, tiene una factura espantosa que empieza por el director del casting.

No sé, amigos, a veces hay que hacer un pequeño esfuerzo de contemporización. ¿Qué y cómo se rodaba en el mundo alrededor de 1967? Pues lo siento en el alma, pero un año antes que esta película, Ingmar Bergman rodaba "Persona", en la que Liv Ullmann hace uno de los mejores papeles femeninos que yo he visto nunca, exponiendo sus pasiones sexuales, sus miedos, sus anhelos, su rabia... Todo un recital. Y ya no hablemos de la fotografia de Sven Nykvist, que hace de una casita en la playa todo un mundo.

Y ahora sigamos contemporizando y hablemos del tema de la humillación, que parece que es lo que le va al personaje de la Deneuve. Dónde Buñuel habla de latigazos y de recibir una lapidación de lodo, el mismo año, en "El Graduado", Mike Nichols construye la siguiente escena: el personaje de Dustin Hoffman quiere humillar a la jovencita formal con la que se ve obligado a salir una noche y la lleva a un espectáculo de desnudismo. Una bailarina sitúa sobre la cabeza de la chica sus pechos, haciendo rodar unas borlas que lleva colgando de los pezones. La chica formal intenta sonreir. Eso, amigo Buñuel, eso es retratar la humillación.

Podemos seguir adorando al Seat 600, pero ya en el 67 era una buena mierda de coche al lado de cualquier Ford americano o Saab sueco. Lo siento, es lo que hay.

Ufff... me he quedado a gusto.
Joan Ramirez
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