Nos encontramos con una película de un país cuya cinematografía es desconocida para la mayoría del público, siendo este un aspecto muy negativo para que pueda tener éxito en la taquilla de muchos países. Pero quien se atreva a quitar prejuicios sobre la nacionalidad de la película se va a encontrar con una estupenda obra, muy bien rodada, con unas interpretaciones magníficas y que se basa en un caso real, que algunos consideraron milagro por lo que ocurrió y que ha sabido trasladar con mucho talento (y tirando de manual, todo hay que decirlo, en algunas secuencias) su director.
Es difícil ver películas islandesas, pero también es difícil encontrar películas tan humanas, que te hagan estar en la piel de su protagonista como tu lo estás durante todo su metraje. Este pequeño milagro islandés no debería perdérselo los amantes del cine de supervivencia ni cualquier persona que sienta pasión por el séptimo arte.