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Voto de Holden Caulfield:
9
Drama A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito. (FILMAFFINITY) [+]
22 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mensaje de la última cinta de Robert Guédiguian, un verdadero desconocido para los que no sabemos lo suficiente sobre cine, es un verdadero golpe a la conciencia. Las Nieves del Kilimanjaro no es una película de aventuras, ni de exploradores. Entre los astilleros del puerto de Marsella no encontrarás ni rastro del volcán africano. Por allí no corren las gacelas ni anidan los flamencos. Corren los delincuentes y anida la desesperación de la clase obrera.

Intuyo que la película es producto de un intenso ejercicio de contrición del director francés por justificar la perdida de los valores de la izquierda en edad adulta. El protagonista, un sindicalista de pro descubre que con el tiempo se ha aburguesado, que goza de los privilegios que la vida sólo concede a los ricos, y decide, tras un duro revés de la fortuna, retomar los principios del comunismo y aplicarlos a su tranquila vida familiar.

Creo que la idea que el director nos quiere transmitir es la perdida con la madurez de los valores sociales y la rebeldía de la juventud. El joven por naturaleza debe ser rebelde y pelear por la libertad y la justicia. El muchacho, demasiado conformista, que no ansía cambiar el mundo imperfecto heredado de sus padres, me produce cierta desconfianza. Con el tiempo esos valores y principios sociales de la adolescencia se disuelven como el azúcar en el café. En la madurez hasta el luchador más incansable se acomoda y busca su propio beneficio y descanso. Es precisamente ese estado ideal el que el personaje principal intenta romper.

Aprovecho la idea argumental de esta película para denunciar el supuesto monopolio del activismo social de la izquierda. Las políticas sociales, el bien común, están en cada hombre de bien, independientemente de si son de izquierdas o de derechas. Ni el reformista es tan samaritano, ni el reaccionario tan cruel.

Creo que otra intención del autor es demostrar el choque generacional entre padres e hijos. Los primeros han tenido que luchar por conseguir todo lo que tienen los segundos. Son los progenitores los que tuvieron que superar muchas dificultades en tiempos difíciles para dar a sus hijos un hogar y unos estudios, una situación de bienestar que los hijos se niegan a perder. La intención del padre de sacrificar el bienestar de su familia por cumplir con los mandatos de su conciencia supone una ruptura con sus propios hijos.

Veo ciertas similitudes con el realismo social de temática socialista del inglés Ken Loach. Escarba entre los problemas de la clase obrera dejando al descubierto su gran corazón, inocencia, e idealismo. En el apartado técnico, al igual que el director inglés, que filtra de azul las imágenes para aclarar los colores y crear ese ambiente frío de las ciudades industriales del norte de Inglaterra, Pierre Milon, responsable de fotografía, consigue con tonos amarillentos un clima abrasador. Es una película solar rodada en 16 milimetros consiguiendo que las imágenes parezcan fotografías quemadas por el sol, con un protagonista silencioso, el mar, que desde la lejanía presencia las vidas de cada uno de los personajes. El puerto y sus grúas está presente en muchos de sus planos recordando el origen del conflicto.

Las Nieves del Kilimanjaro está inspirada en el poema de Victor Hugo “Les Pauvres Gens” (La Gente Pobre) de donde el autor extrae el principio, nudo y desenlace de la historia. Los actores, todos ellos franceses, se desenvuelven con soltura y naturalidad. A mi me gusta especialmente el papel de la actriz Ariane Ascaride, sin desmerecer el de su partenaireJean Pierre Darrousin.

En definitiva, una buena película, bien tramada y con un mensaje positivo. Merece la pena ver de vez en cuando cine comprometido.
Holden Caulfield
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