La serie no es nada del otro mundo, como ya se figurará el amable lector de esta crítica, aunque siempre se ve con una indulgente y sana sonrisa en los labios. El episodio es delirante, esperpéntico, irónico y de un humor bastante grueso. Cuenta con un guión y unos diálogos ingeniosos, floridos y con unas situaciones típicamente españolas.
Sin embargo, cumple exactamente y con creces con la finalidad ideada por sus creadores, entretener al espectador con una aceptable comedia ambientada en el Madrid actual y con una ligera y blanda carga erótica. Los y las intérpretes también cumplen su cometido dignamente, destacando un monstruo de actor llamado Antonio Resines, el solo se come la pantalla.
Resumiendo: Serie lisa, saludable y plana para provocar risas continuadas y dirigida al público poco exigente. Que más queremos, disfrútenla.