¿Hay mayor contraste que ver el cuerpo casi desnudo de Blanca Suárez sumergido en las aguas residuales de una cloaca? ¿Hay mayor contraste en esta sociedad que se dice tan solidaria que el ver cómo un grupo reducido de nuestros ciudadanos lucha cuerpo a cuerpo por sobrevivir?

Pues de esto va un poco la última película de Alex de la Iglesia, quizás, la mejor que haya hecho en muchos años. De un grupo heterogéneo de ciudadanos que se encuentran en un bar típico de barrio y que a poco a poco y muy a su pesar se van conociendo. Dice el director que llegado el extremo todos seríamos capaces de vender a nuestra madre; y aunque ese todos es quizás demasiado genérico o categórico tiene mucho de verdad. Ya cansa tanta solidaridad de salón y tanta palabrería.

Pero las buenas intenciones serían poca cosa si el film del que hablamos no estuviera bien planteado; con un arranque sorprendente e intenso y un desarrollo que no pierde fuelle, antes al contrario. En definitiva, un muy buen film.