El cine francés de los últimos años ha sabido hacerse con un hueco importante en el panorama internacional, especialmente en España. Mucha gente habrá visto o al menos habrá oído hablar de películas como “La cena de los idiotas”, “Bienvenidos al Norte”, “Intocable”, “Nada que declarar” o la magistral “The Artist”. Son películas que con suaves toques de humor aligeran la habitual densidad intelectual que tradicionalmente tenían los films franceses, basada básicamente en la relaciones conflictivas entre parejas, recordemos, por ejemplo, “Al final de la escapada” de Jean-Luc Godard o “Jules et Jim” de François Truffaut.

Sin embargo, con este film, el cine francés parece volver a la senda olvidada. La película en sí misma no tiene trama; se trata de la atípica relación que se establece entre una mutilada domadora de orcas y un boxeador de peleas ilegales y su evolución a lo largo de un tiempo concreto. Más que una pareja conflictiva estamos antes dos personas con problemas internos muy profundos que encuentran en la compañía del otro un bálsamo donde aliviarse de sí mismos. Hay que reconocerle al film cierta intensidad dramática, recordemos la escena del hielo, una buen dibujo de los personajes, y una gran interpretación, en especial de Marion Cotillard, cada vez más consolidándose como la gran actriz francesa de su época. En definitiva y ya para acabar, estamos ante una obra que no te deja indiferente, pero que tiene un final en exceso fácil, por no decir cómodo; en todo caso, recomendable con reparos, en especial para cinéfilos.