De comedia nada, terror puro y duro. Es verdad que con "El baile de los vampiros" te ríes bastante, tanto por las situaciones, como por la brillante pareja que forman el doctor Abronsius (Jack MacGowran) y Alfred (Roman Polanski), que a fuerza de sus torpezas no hacen más que meterse en la boca del lobo. Hay que reseñar que si Polanski está bien, Jack MacGowran es un auténtico show pues prácticamente cada vez que lo ves te hace gracia. Y siguiendo con el reparto, menudo par de bombones, Sarah (Sharon Tate) y Magda (Fiona Lewis), una pelirroja y otra rubia, a saber cuál de las dos es más bella. Hasta el propio director deja correr su fantasía en dos secuencias fetichistas de lo más agradables: la azotaina a Sarah y Maga fregando el suelo. Y es que encima de guapas, es que son de una sensualidad, inocencia y dulzura que las hacen ser irresistibles.

Si, es divertida pero, al mismo tiempo, la película resulta inquietante, triste y melancólica, incluso, por momentos, da hasta mal rollo. Confieso que la primera vez que la vi, quizás no llegué a pasar miedo, pero si que estaba bastante intranquilo (SPOILER). Sea una cosa o la contraria, de lo que no cabe duda es "El baile de los vampiros" es un trabajo extraño, diferente y cautivador, posiblemente el mejor de Roman Polanski. Uno de los aciertos está en la atmósfera que consigue crear a base de decorados y otros recursos, como por ejemplo, el castillo. Igualmente la banda sonora formada con esos cánticos como de sirenas ayuda a enrarecer el ambiente. Por su parte, la historia, inspirada en los más clásicos relatos vampíricos, es sencilla pero con encanto, hasta el punto de haber inspirado producciones posteriores. Por ejemplo, el baile que aparece en "Val Hensing" es un calco de este.

Claro que puede que vea con excesivos buenos ojos esta película. Reflexionaba que si hay personas que, por ejemplo, le gusta el mundo de la mafia, se sientan atraídos por todo ese ambiente, y de ahí buena parte del éxito de una saga como "El Padrino", también los hay que nos encanta todo lo sobrenatural, lo gótico, decimonónico y fantástico. Por eso me gusta todo lo que sale en "El baile de los vampiros": esa posada remota en las profundidades de Transilvania, en los confines del Imperio Austriaco, esos paisajes nevados, el castillo, el cementerio y luego el miedo de los lugareños, la presencia de los vampiros, las ristras de ajos, los crucifijos, los viejos libros en las estanterías polvorientas, armaduras, espadas, un viejo telescopio y, como no, las figuras femeninas.

En este sentido no puedo dejar de homenajear a la propia Sharon Tate, que poco después se casaría con Roman Polanski, pero que por desgracia acabaría siendo asesinada brutalmente dos años después, en 1969, junto a cuatro personas más por un grupo de despreciables conocidos como "La familia" siguiendo las órdenes de su líder, Charles Manson. Todo asesinato es un asesinato pero diría que el de Tate fue tres veces sangrante y doloroso: por estar embarazada de ocho meses (entonces serían cinco los asesinados esa noche), por ser mujer y por ser tan joven y guapa. Sharon Tate, descansa (en el Cielo) en paz.