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Voto de Reaccionario:
7
Drama Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
19 de abril de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del Japón nos llega esta aparentemente sencilla película que reúne a tres personajes alrededor de una tienda de dorayakis, una especie de pastel relleno de crema de judías. Sí, esos que Doraemon, en "Doraemon, el gato cósmico" (1979-2005), se zampa con tango gusto y que parecen como galletas. Pues bien, sobre esta base Naomi Kawase levanta una obra contenida, suave, parsimoniosa y de honda sensibilidad. Aquí no hay prisas, gritos o cambios bruscos sino el lento fluir de la vida bajo una mirada que algunos dirán poética, otros zen, incluso alguno la definirá como new age, pero que en el fondo es en esencia profundamente japonesa. Decía Octavio Paz que Japón no ha aportado al mundo una doctrina filosófica, sino una sensibilidad. No a pensar con la razón sino a sentir con el corazón. En efecto, esa es la clave de "Una pastelería en Tokio", que refleja una forma de estar en el mundo que en Occidente casi hemos olvidado por completo. De tal modo que si este mismo largometraje hubiera sido norteamericano o europeo, lo más seguro es que acabaría siendo una plasta bastante pesada.

Por supuesto, no todo es perfecto en "Una pastelería en Tokio". Posiblemente le falte intensidad en algunos momentos claves, la historia no deja de ser demasiado escueta pidiendo en algunos casos un desarrollo mayor y de estos tres personajes alguna de las tramas queda como más descolgada. Estoy hablando en concreto de la "niña" llamada Wakana, que no se sabe muy bien qué le pasa. Y pongo lo de "niña" entre comillas porque la actriz, Kyara Uchida, parece que tiene unos veinte años y resulta que estaría sobre los 14-15, habría que ver exactamente cuando se rodó. Pero volviendo a "Una pastelería en Tokio", al final el personaje que nos roba el corazón es la abuelita Tokue (Kirin Kiki), que nos da a todos lecciones de vida incluso a través de las cosas más insignificantes. Nunca pensé que la preparación de una pasta de judías diera para hacer llorar pero así es. Porque al final, a pesar del sufrimiento, el mundo sigue siendo hermoso, porque todos tenemos problemas y hay que aprender a seguir adelante sin pretender echar la culpa a los demás, y porque es más importante estar que ser.
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