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Voto de Reaccionario:
7
5,4
2.597
Animación. Musical. Comedia Secuela de la película ganadora del Oscar al mejor largometraje de animación en 2006 "Happy Feet". Mumble (voz original de Elijah Wood), el maestro de Tap y su amada Gloria (voz de Alecia Moore: la cantate Pink), tienen un problema con su pequeño hijo Erik (EG Daily), que tiene fobia al baile. Un día Erik escapa de su hogar y se encuentra con el poderoso Sven, ¡un pingüino que puede volar!. Mumble no tiene ninguna esperanza de poder ... [+]
29 de diciembre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De George Miller siempre puedes esperar cosas buenas, a pesar de que sigo pensando de que ha desaprovechado parcialmente esta de momento franquicia de dos episodios. Si en la original del 2006 alternaba grandes momentos con otros tantos destinados a la chavalería o bien, relleno narrativo a base de gracias, en esta continuación parece que no se decide entre tantas subtramas que se abren y personajes que aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer. Al final, tiene todo un sentido y lo que parece una tendencia excesiva a la divagación se afina en un discurso inteligente, valiente y contrario al pensamiento dominante. Lo que sucede es que hay tantas secuencias en las que se apunta a la genialidad, que al resultado final, aún siendo notable, te deja esa sensación de lo que pudo ser y no fue. Pongamos por caso a la pareja de krills, Will y Bill. ¿Acaso no es profundamente épico, a la vez de romántico, cuando al primero dice algo así como "si nado en la dirección contraria a la del banco, podré llegar al fin del mundo"? A mí me la ha parecido pero luego esta subtrama no va exactamente por esa vía.

Esto mismo que les pasa a los crustáceos, sucede con el resto de personajes, Erik, Sven, la foca elefante Bryan o sus dos hijos. Primero hay varios apuntes esperanzadores, sigue con un desarrollo que parece un mero entretenimiento, luego nos vuelve a sorprender con un momento dramático intenso, más tarde nos hace pensar cómo va a salir Miller del lío en el que se mete y al final, se saca de la manga la respuesta que viene esbozando desde el inicio: cada uno desde su propia posición, naturaleza o capacidad puede colaborar en las más grandes obras, si se hace fuerte precisamente en lo que es. De hecho, el director australiano abofetea al cine de las últimas décadas en general y a los dibujos animados en particular, cansados que nos tienen con inútiles que "porque yo lo valgo" son los mejores en aquello que se los antoja. En manos de cualquier otro todos los pingüinos se pondrían a volar apelando a "su fuerza interior", "si quieres puedes" o cualquier otra de estas chorradas del pensamiento débil moderno. La auténtica grandeza está no en ser el mejor sino en darlo todo cuando no lo eres. A mí me ha hecho llorar.
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