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1
Drama. Acción. Bélico La historia se centra en el nacimiento en 1911 de la República China, cuando las fuerzas nacionalistas comandadas por Sun Yat-Sen expulsaron a la Dinastía Qing. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2020
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Horrible película expresamente rodada para conmemorar que se cumplía un siglo de la revolución china de 1911, la que acabó destronando a la dinastía Qing, que luego hubo más. La cosa se veía venir porque siendo un trabajo realizado en China, les iba a salir rojo-liberal, pero también hay que reconocer que si tuviera otra nacionalidad les habría salido igual o más progre aún. Si el comunismo sigue siendo maravilloso para no poca gente, qué decir del liberalismo democrático. Pero vayamos a "1911" desde el punto de vista cinematográfico. No es que sea mala, que lo es, sino que está mal hecha. Es todo un barullo increíble en el que no te enteras de nada, no hay presentación de personajes, el montaje es desastroso, la trama va dando saltos y el contexto desaparece. Jackie Chan, que es uno de los directores, rueda como pelea, de una forma alocada pero sin la gracia que tienen sus combates. Dicho esto, lo peor de la película no es esto sino que se trata de un groserísimo panfleto para glorificar a la revolución, a Sun Yat-Sen y al Partido Comunista Chino de refilón, como nos recuerdan en un vergonzoso pasaje final "dirigió al pueblo en la labor de rejuvenecer a la nación", "tras el espíritu de Sun Yat-Sen". La película es un mix de discursos liberales, soflamas anticolonialistas y terminología marxista para un relato absolutamente maniqueo de bondadosos revolucionarios y malvados monárquicos, en el que el mencionado Sun Yar-Sen queda retratado como un santón de la democracia, cuando en realidad fue un político de lo más iluso, altamente peligroso por su golpismo militar y responsable de décadas de sangrienta guerra civil en China, que llegó a aliarse con los comunistas. Lo que los estalinistas conocían como un "tonto útil".

Por supuesto, en esta fábula tramposa ignoran las muchas atrocidades que hicieron estos amantes del progreso, la democracia y la libertad. Por ejemplo, en el levantamiento de Wuchang, narrado aquí de forma heroica, nos ocultan que los revolucionarios se entregaron a una masacre de enemigos del nuevo régimen que se cobró la vida de más de quinientos soldados desarmados, pero también de civiles, incluidas mujeres, bajo el terrible delito de ser manchú. Lo más irónico es que ni siquiera sabían distinguirlos de los chinos han, entre otras cosas porque ambas etnias estaban muy mezcladas, así que la etiqueta de manchú venía a aplicarse a cualquiera sospechoso de apoyar o servir a la dinastía. Obviamente hubo más matanzas en esta revolución que apenas duró cuatro meses, la wikipedia da 220.000 muertes, 170.000 entre los leales al Imperio, aunque la cifra me parece excesiva dicho sea de paso, pero la acción más sangrienta tuvo lugar en Xian, cuando los revolucionarios acabaron en unos pocos días con la comunidad manchú de unas 20.000 personas, asesinando a más de la mitad y tomando a mujeres y niñas como esclavas sexuales. Ahora bien, ¿Cómo terminar en estos horrores genocidas cuando tus intenciones son aparentemente tan puras? Pues una de las explicaciones nos la da la película. Cuando tú crees que "la revolución ayudará a crear un mundo de paz y tranquilidad para todos los niños" o que "la revolución busca la felicidad eterna para todo el mundo", oponerse a la misma lo que revela es la perversidad y les hace ganarse nuestro odio. Luego asesinarlos es un acto bueno que nos permite acceder a la felicidad prometida y acabar con el mal a la vez. ¿Quién no mataría por la felicidad de los niños?
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