He de reconocer que cuando vi por la televisión la publicidad de esta película hispana se me despertó el gusanillo cinematográfico por su combinación de terror mediante la fórmula de casa encantada, años setenta y España franquista. Sin embargo, nada más empezar, con una vista exterior del edificio en cuestión nos olemos que va a ser una chorrada. Si es que no se puede empezar así. Un piso normal y corriente en pleno Madrid, visto desde la calle, no da miedo, así que, ¿por qué Albert Pintó rueda como si fuera la cosa más horrorosa del mundo? Si es que parece una parodia. Pero tranquilos, el truco lo utiliza con frecuencia, retratar situaciones normales como si fueran de miedo, con los propios personajes asustados sin motivo, sino solo porque la historia es supuestamente de un gran pánico.

Pero la cosa podía al menos mejorar y bastante con otra actriz principal. Yo es que cuando vi que ésta era Begoña Vargas, la de la "Otra Mirada" (2018-2019), me acordé de inmediato de su compañera de reparto Paula Sánchez de la Nieta, que esa si que es guapa. De hecho es tan bella, tan femenina y tan dulce que ya vaticiné entonces que no la veríamos más en la gran o pequeña pantalla, porque a la progresía feminista actual le molesta una barbaridad que las mujeres sean así. Y a las pruebas me remito, que se tendrá que dedicar a otra cosa. Volviendo al film, la posibilidad de una heroína que fuera Paula Sánchez, franquista y con botas altas ultrasexis de plataforma de los 70, estamos al final de su apogeo, 1976, lo hubiera vuelto un peliculón. Pero en ninguna de las tres cosas me han complacido.

Gustos personales al margen, el largometraje nos engaña con el rótulo de "basado en hechos reales" cuando en realidad nada es real, ni siquiera el piso en cuestión, pues no existe este número. El que sea todo inventado casi siempre es un error y aquí también al sacarse de la manga una historia ridícula y deslavazada, como que hay cuatro guionistas cada uno a lo suyo, pero tan llena de sucesos espectaculares que obliga constantemente a los personajes a actuar como idiotas, a no hablar nada y a transigir con todo. Su comportamiento es siempre falso porque no hay forma de creerse que actúen así. Hay que ser mucho más sutiles con esto de lo fantástico. Por otro lado, las pinceladas sociales, feminismo, inclusión o LGTB, son tas obvias que sabemos cómo va a acabar la cosa: SPOILER.