Y nuestra pescadita Angie, hace como que le da de leches al cráneo del protagonista más tonto de los últimos años, al menos si contamos sólo a los que están bajo el mar. Tranquila, todos deseamos hacer lo mismo. Así que, gracias Lola por cumplir nuestro sueño. Dicho esto, qué pesadez, otra vez el mundo humano reproducido hasta el último detalle, en esta ocasión, por medio de una sociedad submarina que tiene nuestras mismas modas, marcas, problemas, diversiones o negocios. A estos los sustituyes por macarras o lo que sean, de carne y hueso y sería exactamente igual, o sea, una comedia cutre para adultos que disfrazan de animales de colorines para distraer a los niños.

De todos modos, ¿qué es esto de meter a la mafia en una historia infantil? Claro que cuando se aleja de esta trama caemos en la típica historia irritante de superación personal por parte de un Oscar (el espantatiburones), que es memo, y un Lenny (el escualo) que no sólo también lo es sino que sospechamos una travestismo encubierto. Todo ello acompañado por la enésima protagonista femenina, Angie, arrastrada como pocas, que está esperando como una boba a que el otro se digne mirarla. Al final, esta película tiene muy poco, pero al menos no desconecté, algún chiste me hizo gracia y el doblaje tampoco es tan horrible. A mí el de María Adánez me gustó.