Entramos en el terreno movedizo de los remakes, en este caso de una con el mismo título de 1954, más peligroso aún si la original es particularmente encumbrada como ocurre aquí. De hecho, las críticas de la de Sydney Pollack sólo pueden entenderse desde la añoranza/entusiasmo por la de Billy Wilder. Sin embargo, prefiero la moderna y no sólo porque fue ésta la que vi por primera vez sino también porque creo que está mejor hecha. Incluso los actores, aún siendo buenos, salen mejor parados, seguramente porque sus personajes también. A la nueva Sabrina (Julia Ormond) no se le hace tanto la pelota y es más natural; este Linus Larrabee (Harrison Ford) no es tan osco y sí más tierno; y por último, David Larrabee (Greg Kinnear), aún siendo un calavera, es más encantador.

Sea como fuere, Sydney Pollack mantiene la misma trama, añadiendo algún pequeño cambio básicamente para actualizarla o eliminar momentos más angustiosos, intento de suicidio, para dar a luz una película sumamente elegante, a destacar la banda sonora, y romántica. "Sabrina" gira sobre las personas que se idealizan, a lo mejor sin motivo, y que cuando se conocen, nos llevamos un chasco. Pero también, que el amor a veces aparece sin proponértelo, simplemente se descubre cuando estás con otra persona, sobre todo si tienen la buena presencia de estos galanes y esta atractiva inglesa de amplia sonrisa. Tal vez se eche en falta algo más de humor pero aún sin este nos sale una comedia romántica que, más allá de las comparaciones, es realmente bonita.