Steven Soderbergh ha pretendido con “El buen alemán” rodar una película con todo el sabor del cine negro de los años 40, cosa que consigue a medias. El color, las imágenes de archivo de un Berlín arrasado por las bombas, el vestuario, la composición, los enfoques o la propia trama ayudan a este fin. En este sentido las similitudes con clásicos como “El tercer hombre” y más aún, “Casablanca” llega a tal que no sólo se imitan secuencias, sino planos. Pero por el otro, tiene un tonillo entre moderno y falso que se nota. Por ejemplo, la fotografía es demasiado limpia y con menos grano que la de aquella época. Algo parecido sucede con los barridos para cambiar de secuencia. Es decir, se nota que la ambientación es falsa. Aún así esto no es lo peor. Más me molestan ciertas escenas de sexo y un lenguaje marcadamente soez que aparece por momentos, por si fuera poco cuando no hay la más mínima necesidad de ello, pues ni encaja en los personajes, ni en la época. Para recrear el cine de esa década estos tacos chirrían lo suyo. Además, dudo muchísimo que si estuvieran realmente en el año 1945 estas personas hablaran de ese modo. Por lo demás, la película tiene todos los tópicos del género, incluida una intriga algo complicada, y por supuesto, traiciones, desengaños, mujeres fatales, asesinos, palizas y hasta tugurios, alcohol y tabaco. El conjunto se deja ver pero no entusiasma tal ver por lo artificioso y vacío que te parece, por una historia que no engancha y que no está muy bien contada o por un final que se demora más de la cuenta.

En fin, “El buen alemán” se queda en un intento, medio plagio, medio homenaje, con todo el envoltorio del cine negro pero sin la profundidad y esa cosa llamada alma de la que carece este producto. Aunque también el motivo de que no resulte una película especialmente atractiva pese a que la intriga o el misterio se mantienen casi hasta el final, reside en unos personajes poco carismáticos. Jacob (George Clooney) no de dejar de ser un poco tonto y algo gris. Tully (Toby Maguire) es directamente un tipejo y ella, Lena (Cate Blanchett) llega a asustar por su frialdad y hermetismo. Sobre ésta última es que ni siquiera sé lo que pretende, ni lo que quiere. Ahora bien, los del casting se han lucido pues para un personaje con resabios a lo Marlene Dietrich del que prácticamente todos los hombres se encaprichan hubiera hecho falta una actriz al menos un poco guapa porque la Blanchett no llega ni a eso. De esta forma el personaje resulta poco creíble, incluso irritante, por sus ínfulas de grandeza. En este sentido, las pullas que le lanza su compañera rubia, un poco bruta pero graciosa, dan en el clavo. Sobre lo apuntado, a George Clooney habría que decirle que a ver si se busca a unas compañeras de reparto de más belleza porque entre las Julia Roberts y las Cate Blanchett voy a pensar que hace lo mismo que aquello que decía mi padre de ciertas mujeres: buscarse un hombre feo para que por contraste parecer ellas más hermosas. Bueno no, que sale en una con Catherine Zeta Jones y en otra con una Nicole Kidman particularmente bella.