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Voto de Reaccionario:
4
Comedia Agustín Valverde (Paco Martínez Soria), viudo y hacendado aragonés, decide dejar el pueblo y marchar a Madrid, a instalarse en casa de su hijo médico (Eduardo Fajardo) y su nuera (Doris Coll), emigrados ambos del pueblo. A ella ahora todo el mundo la llama Luchy, desde que consiguiera su nueva vida en la capital y una brillante posición social debido al prestigio médico de su marido. Pero al llegar a Madrid, el 'tío' Agustín, que así le ... [+]
22 de diciembre de 2013
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así, con la voz tan particular de Margot Cottens que acompañada de María Luisa Ponte vuelven a regalarnos dos personajes tan simpáticos, pese a sus cortos papeles, como ya hicieran en "El turismo es un gran invento" (1968). Claro que el que hable y valores a los secundarios, y podría hacerlo de una entrañable Gracita Morales, un galán de cuidado interpretado por Sancho Gracia, pero con la voz doblada, o la atractiva Cristiano Galbó como la nieta del protagonista, significa que en lo principal, la película no me convence. Esta es una comedia que se queda a caballo entre la clásica de los primeros sesenta, como podría ser "Atraco a las tres" (1962) o las de Berlanga y la españolada más popular de los últimos años del franquismo, pero en todo caso esta indecisión natural le hace quedar en terreno de nadie. Al final es un producto de transición y como tal se verá mejorada por las sucesivas "adaptaciones" del mismo tema. Por ejemplo, "Abuelo Made in Spain" (1970) que siendo tan parecida la supera en todo, salvo en la idea, que es de la original.

Ahora bien, esto de la alabanza del pueblo y menosprecio de la ciudad está muy bien pero hay que tener presente el matiz de lo que estamos defendiendo porque lo aldeano bien puede estar representado por lo que sale aquí como por lo contrario, la pobreza, la violencia o los odios inveterados. Para mí que el pueblo tradicional cuyo símbolo es el traje regional ha dado paso, desde hace ya muchas décadas, a las mujeres de negro. Mala cosa. Encima, ¿no hay acaso hipocresía al criticar una ciudad que es la que manda los dineros, además de los avances técnicos? Sea como fuere no me creo nada a este cateto perdido en la ciudad ni la mayor parte de sus aventuras, demasiado simples y edulcoradas, de las que pocas enseñanzas se pueden sacar realmente. La verdad es que "La ciudad no es para mí" no hace gracia aunque sí se ve con cierto agrado por su liviandad. Eso sí, de nuevo, apreciable documento sociológico: mofa a la pintura de "Pegaso", perdón, Picasso, las criadas estaban aseguras y a la niña no la dejan tener novio hasta que termine el bachillerato.
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