Media votos
4,3
Votos
4.420
Críticas
4.418
Listas
113
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Reaccionario:
2
7,7
20.967
Intriga. Romance
En el centro psiquiátrico donde trabaja la psicoanalista Constance Petersen (Ingrid Bergman), el Dr. Murchison (Leo G. Carroll) anuncia su retiro de la dirección, en cuyo reemplazo llegará el eminente Dr. y escritor Anthony Edwardes, a quien, justamente, Constance admira muchísimo aunque no le conoce... pero, el mismo día en que el joven y apuesto director (Gregory Peck) es presentado ante los directivos, la psicoanalista comenzará a ... [+]
3 de octubre de 2013
9 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya veo, Ingrid Bergman, muy guapa ella, con gafas incluidas, haciendo de psicóloga, la doctora Constance Petersen, de una clínica psiquiátrica. Normal que los enfermos no progresen y si por casualidad alguno deja de ponerse lelo en su presencia, se lo hace para seguir tratándola. Ella, la oscarizada banda sonora, aunque suena demasiado, a cargo de Miklós Rózsa y cierto misterio que envuelve la trama son los únicos alicientes de un trabajo que una vez más demuestra que Alfred Hitchcock era bastante chapuzas.
Para empezar, el tratamiento del psicoanálisis es tan burdo como podría suponerse. La sutileza al tratar espinosas cuestiones mentales es inexistentes, la forma tan categórica de interpretar sueños, ridícula y el tremendo impacto ante un supuesto trauma, es que te la risa. Encima el director se empeña en provocar tensión con cualquier nimiedad lo cual aumenta su comicidad. Pero es que encima la historia cuenta con una cantidad de errores indignos de cualquier película que pretenda ser al menos pasable. Más información, en el SPOILER.
Para empezar, el tratamiento del psicoanálisis es tan burdo como podría suponerse. La sutileza al tratar espinosas cuestiones mentales es inexistentes, la forma tan categórica de interpretar sueños, ridícula y el tremendo impacto ante un supuesto trauma, es que te la risa. Encima el director se empeña en provocar tensión con cualquier nimiedad lo cual aumenta su comicidad. Pero es que encima la historia cuenta con una cantidad de errores indignos de cualquier película que pretenda ser al menos pasable. Más información, en el SPOILER.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Atención al cúmulo de fallos que he anotado:
- John Ballantyne (Gregory Oeck) supuestamente ha perdido la memoria a la vez que adopta la personalidad del doctor Anthony Edwardes. Aunque sea un fenómeno extrañísimo, de acuerdo. Lo malo es que no se acuerda que no se acuerda lo que recuerda. No, no es un juego de palabras. Es que el tipo le es indiferente padecer una amnesia de caballo. Se pasea por el psiquiátrico como si tal cosa.
- Una vez ha adoptado la personalidad de Edwardes, ¿cómo sabía que tenía que ir al centro psiquiátrico este en calidad de director?
- John le tiene miedo al blanco, pero no al blanco de las batas, que lo deja indiferente.
- Observad la facilidad con la que se convence de que no es tal Edwardes. Más o menos, ahora que lo dices Constance, pues va a ser que no soy Anthony.
- Un premio para el recepcionista del hotel. Es capaz de escuchar al detective que está buscando un sospecho y su descripción, más facilitarle las 25 fichas de clientes que encajan con esos rasgos. ¡En 17 segundos contados!
- Los policías esperan a que ella vaya a coger el teléfono para decirnos que la llamada es para ellos. La duda era para crear tensión.
- ¿Se supone que le entra una furia homicida a John? ¿Y por qué si sólo tiene amnesia? Su momento con navaja o luego poniendo cara de malo en la montaña es para echarte a reír.
- Los policías el día antes ven a Ingrid Bergman y tienen que dibujarle unas gafas en una foto con gesto concentrado para reconocer con muchos esfuerzos que era la misma persona. Chicos, esa cara no se olvida fácilmente.
- El doctor Murchison (Leo G. Carroll) dice primero que no llegó a ver a Edwardes y al final, que lo conocía aunque muy poco.
- Por cierto, el asesino no puede ser más tonto. Se delata porque lo que tiene Constance es nada. Es una mera hipótesis que no demuestra nada y menos en un tribunal. Es que si no acaba así, no hay forma de solucionar el caso.
- John Ballantyne (Gregory Oeck) supuestamente ha perdido la memoria a la vez que adopta la personalidad del doctor Anthony Edwardes. Aunque sea un fenómeno extrañísimo, de acuerdo. Lo malo es que no se acuerda que no se acuerda lo que recuerda. No, no es un juego de palabras. Es que el tipo le es indiferente padecer una amnesia de caballo. Se pasea por el psiquiátrico como si tal cosa.
- Una vez ha adoptado la personalidad de Edwardes, ¿cómo sabía que tenía que ir al centro psiquiátrico este en calidad de director?
- John le tiene miedo al blanco, pero no al blanco de las batas, que lo deja indiferente.
- Observad la facilidad con la que se convence de que no es tal Edwardes. Más o menos, ahora que lo dices Constance, pues va a ser que no soy Anthony.
- Un premio para el recepcionista del hotel. Es capaz de escuchar al detective que está buscando un sospecho y su descripción, más facilitarle las 25 fichas de clientes que encajan con esos rasgos. ¡En 17 segundos contados!
- Los policías esperan a que ella vaya a coger el teléfono para decirnos que la llamada es para ellos. La duda era para crear tensión.
- ¿Se supone que le entra una furia homicida a John? ¿Y por qué si sólo tiene amnesia? Su momento con navaja o luego poniendo cara de malo en la montaña es para echarte a reír.
- Los policías el día antes ven a Ingrid Bergman y tienen que dibujarle unas gafas en una foto con gesto concentrado para reconocer con muchos esfuerzos que era la misma persona. Chicos, esa cara no se olvida fácilmente.
- El doctor Murchison (Leo G. Carroll) dice primero que no llegó a ver a Edwardes y al final, que lo conocía aunque muy poco.
- Por cierto, el asesino no puede ser más tonto. Se delata porque lo que tiene Constance es nada. Es una mera hipótesis que no demuestra nada y menos en un tribunal. Es que si no acaba así, no hay forma de solucionar el caso.