"La noche de la iguana" no llega a las complicaciones metafísicas, a lo críptico de "Reflejos en un ojo dorado" pero aun así resulta un tanto enigmática. Después de verla uno se queda con la sensación de no saber muy bien que es lo que te ha contado John Huston. Mi interpretación es que más que respuestas ofrece preguntas, dudas y sobre todo, un retrato de la propia insatisfacción de los personajes, las frustraciones vitales de toda persona.

Igualmente los caracteres que componen el cuadro no están mal construidos pero si que me parece que son ellos mismos los que se van complicando la vida por sus decisiones. Quiero decir que el estado en el que se hallan no es fruto del azar, la mala suerte u otra circunstancia disculpable sino de sus propias carencias lo que hace que a uno le cueste identificarse con los mismos. Pero lo peor es que se niegan estas equivocaciones y por eso desde el alcohólico padre Shannon, a la amargada Maxine pasando por la serena Hannah y la fogosa Charlotte, parecen no darse cuenta de lo errado de su forma de comportarse. De este modo no hay autocrítica, enmienda, ni evolución, sino un ir tirando como un burro con las orejeras.

De todos modos "La noche de la iguana" merece la pena de verse, por las situaciones que plantea, por los diálogos, por la muy bella fotografía en blanco y negro, por el estilo de Huston o por el buen reparto. De entre el mismo no puedo dejar de hacer mención a la bellísima Sue Lyon, uno de los rostros más hermosos de la historia del cine (lo siento Ava, tu eras más guapa pero siempre me ha gustado muchísimo más la dulzura inocente de Sue que tu potente sexualidad). Aunque su personaje resulta irritante por el pavo que tiene que raya la estupidez, es toda una alegría verla en escena. Eso si que es una tentación la que tiene que soportar Shannon y lo demás son tonterías. De todos modos, yo en el lugar de Shanon, ni tentación, ni porras, no se me escapa. Es cierto que es una locuela con la cabeza llena de pájaros pero como uno va con las mejores intenciones y ella quiere casarse (y encima es un buen partido) resulta que ¡no hay nada que pensar!

Volviendo a Sue Lyon, no a Charlotte, resulta triste que su carrera fuera tan corta y tan rápidamente declinante y lo que es peor, que se convirtiera en una especie de juguete roto de Hollywood, ya sea por carencias personales, por el vértigo de la fama o por que realmente quedara marcada por el personaje fatal pero espectacular de "Lolita" que parece que la acompañó para siempre.