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Voto de Reaccionario:
5
Comedia. Drama Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance), ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie Coogan) llega a los ... [+]
27 de agosto de 2012
21 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces se me olvida lo falsamente conservadora y hasta pseudoreaccionaria que puede llegar a ser la gente. Y digo falsamente. La definición que atribuye al conservador pretender mantener lo existente y al retrógrado querer recuperar lo perdido, puede ser de lo más confusa pues pasamos por alto convenientemente que en todo caso se trata de conservar o recuperar algo en concreto, no cualquier cosa. El que quiere conservar, digamos, un régimen comunista o el que pretender volver a la Segunda República, no debiera ser tachado (y de hecho muy raramente se hace) ni de conservador, ni de retrógrado por mucho que en puridad, quiera conservar o retroceder. Dicho lo cual, se entiende que ambos conceptos tienen un sentido polisémico: uno general, aplicado a la tendencia a mantener o recuperar cualquier cosa, y otro específico, que hace que como ideologías se traduzca en el conservadurismo y el tradicionalismo, ideologías que indican qué cosas hay que conservar o recuperar. Por eso digo que la mayoría de las personas son falsamente conservadoras o reaccionarias porque se quedan en el primer significado y desechan el segundo.

Alguien se preguntará qué tienen que ver esto con "El chico". Muy sencillo. Hay personas que alaban esta película de un modo abusivo por el mero hecho de ser de 1921, en blanco y negro y sin sonido. Diría que para algunos se ha llegado a la cumbre del cine y eso que nos encontramos prácticamente en los inicios. Para ellos, lo que viene después es sólo decadencia y mediocridad. Siendo generosos, sólo se podría igualar estos logros, pues en cierto modo niegan que pueda existir una mejoría, una evolución de lo existente. Estas personas serían pseudoreaccionarios (según el primer significado) pues se quedan con lo viejo por el mero hecho de serlo. Se podría alegar que en realidad lo defienden porque creen que es realmente superior a lo que respondería que es bien sospechoso que lo mejor sea precisamente lo más antiguo y que además no es lógico que al iniciarse cualquier disciplina, arte o lo que sea, se llegue a lo más alto tan rápidamente, teniendo en cuenta las innovaciones y transformaciones que ha sufrido el cine.

Para ser reaccionario de verdad, hay que esforzarse en identificar el momento cumbre de algo, independientemente de su temporalidad. En el caso del cine, he llegado a la conclusión que este reside en el elaborado desde, digamos aproximadamente, de 1976 a 1998, con algunos años formando picos de más calidad que otros. Pero no se trata de defender épocas, sino películas que tienen, casualmente, una fecha determinada. De este modo, se es reaccionario porque se recupera algo pero este algo no es lo más viejo sino lo que uno considera (y hay cierta tradición al respecto, desde luego) que es la "edad de oro" del cine (o de lo que sea en cuestión).

Dicho lo cual "El chico", no es una mala película, ni mucho menos, máxime teniendo en cuenta los recursos con los que se contaba en 1921. Resulta tierna y entrañable por la historia, con momentos divertidos (aunque sea un trabajo bastante serio para lo que es el Charlot de sus primeros años) y otros de cierto dramatismo. A parte del propio Chaplin, el niño, Jackie Coogan, está genial y la relación que construyen padre e hijo, gusta. Pero de ahí, no pasa. Claro que muchas cosas responden a la sensibilidad de cada uno. Yo por ejemplo, ni de lejos he llorado (y no os creáis que me cueste hacerlo, de verdad). Me pregunto que si alguien se ha conmovido tanto con "El chico", me temo se llegaría a deshidratar con tanta lágrima derramada en películas donde la relación padre-hijo (o equivalente, aunque algunas de ella sólo la tocan parcialmente) llega a estar mil veces mejor retratada, con más ternura, profundidad y sensibilidad que aquí. Por ejemplo, se me ocurre: "Un rayo de luz" (1960) y "Ha llegado un ángel" (1961) (si, si, las dos de Marisol), "Campeón" (1979), "Mi Chica" (1991), "El aceite de la vida" (1992), "Un mundo perfecto" (1993), "En el nombre del padre" (1993) o "La Princesita" (1995).
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