La sobria elegancia del mejor cine británico y el tono grandioso del mejor cine de principios de los noventa se funden en "Tierras de Penumbra" para producir una soberbia cinta, una de las historias románticas más intensas, más emotivas y mejor narradas que recuerdo.

Richard Attenborough nos ofrece una historia de gran hondura espiritual y humana, un relato en el que vemos a C.S. Lewis, brillantemente interpretado por Anthony Hopkins, pasar por la contención y la inhibición emocional (pues de niño escogió no sufrir) a un amor de los que te cambian para siempre. La película no tiene nada superfluo, todo significa algo y no sobra ninguna secuencia. Además los diálogos son magníficos, con un guión en el que se han recogido una amplia gama de temas explotando las posibilidades dramáticas de todos los personajes.

Esta historia de amor es cruel, dolorosa, sufrida y doliente. Por que la idea del dolor, del sufrimiento, de la presencia del mal en el mundo y de por qué Dios lo permite está presente en "Tierras de Penumbra" de un modo primordial. Seguramente ese es el Leiv Motiv de la película. Y la experiencia vital que atraviesa C. S. Lewis es lo que le permite volver a encontrar un sentido al dolor. Todo narrado con naturalidad, con sencillez, sin ninguna concesión a lo vulgar o lo fácil pero con una sutileza, una calidez, una ternura y, sobre todo, con una profundidad psicológica que hace con los personajes se rompan delante de la cámara.

Las reflexiones sobre el amor, el sufrimiento, la vida, la muerte, la soledad, Dios o la literatura, salpican todo el film dejándonos unas cuantas frases de gran profundidad y belleza para el recuerdo, frases como "Vivimos en una tierra de sombras, El sol siempre brilla en otro lugar..." que te llegan a lo más hondo del alma. Y junto a estas, escenas desgarradoras, como la que protagoniza C. S. Lewis con el niño al final, o poco antes, cuando reza junto a la cama de Joy.

Sin duda, muy recomendable, "Tierras de penumbra", película hermosa, apasionada y muy religiosa, mantiene el nivel del mejor cine de principios de los noventa, cine de un nivel muy por encima de las mediocridades que nos lanzan los creadores actuales, pero que por una razón no muy confesable no goza del crédito y el reconocimiento que debiera.