No, Doc (Christopher Lloyd), que nos hubieras privado de una de las mejores trilogías de todos los tiempos. Así a bote pronto le daría el tercer puesto, por detrás de la nueva de "La Guerras de las Galaxias" y la de de "Spiderman" de Sam Raimi, que es la mejor. Dicho esto, "Regreso al futuro III", si bien es amena, graciosa y con encanto, consiguió ser la sexta producción más taquillera a nivel mundial en 1990, es la más floja de las tres. Es curioso porque en mi anterior visionado me gustó más que la segunda aunque menos que la primero pero ahora me ha convencido más ese episodio central que este último. Sea como fuere, Robert Zemeckis hace realidad una auténtica rareza, una fricada para gusto adolescente, que es la de trasladar a nuestros héroes al salvaje oeste, 1885 para ser exactos, con homenaje a Clint Eastwood incluido, y alguna que otra referencia del 90 con mucho sentido del humor.

Así de esta forma la obra parece desplazar el eje temático de las anteriores, como pueden ser los viajes temporales hasta hacernos un lío, a una trama más convencional que incluye el amor y la reflexión sobre el verdadero valor. En conjunto no tiene un guión tan bueno como el de la original, ni el ritmo endiablado de su continuación pero tiene el sabor de la franquicia. Es más, "Regreso al futuro III" consigue ser terriblemente nostálgica y no sólo porque sea la que cierra la trilogía. Es el punto final y lo intuimos. No más viajes en el tiempo, ni aventuras, ni reencuentros en otra época. Es muy probable que nuestro Marty McFly (Michael J. Fox) nunca vuelva a verse con su amigo Doc. Y sin embargo hay una potente llamada a nuevos horizontes, descubrimientos y peripecias, anunciado todo por Julio Verne, a un futuro que aunque no esté escrito, contará con maravillas sin fin. O sea, la esencia romántica de la aventura.