Recuerdo con cierta nostalgia el primer juego que salió del “Príncipe de Persia”, lo conocí en un entorno de ordenador del año la tana monocromo, un muñequito insignificante se deslizaba por unas plataformas de madera y luchaba contra unos espadachines con turbante, casi todos no tenían media leche y te los cargabas con facilidad, pero finalmente salía un gordo seboso al que había que meterle mil espadazos para acabar con él. Era un juego difícil, por lo menos para mí, pues había que usar las teclas con precisión, y en cuanto te descuidabas te pegabas un buen cacharrazo si no saltabas a tiempo o te agarrabas, y lo peor es que tenías que volver a empezar, creo que no pasé en meses de la tercera pantalla, luego era un pésimo jugador.

Así que me puse a ver la peli con cierto rencor hacia el personaje, además no pintaba nada bien el protagonista principal, pues pese a no ser mal actor, esa peluca y esa pinta no hacían presagiar nada bueno. Luego andaba por ahí el acabado de Ben Kingsley, el cual me da más miedo que desnudarme delante de una chica después de que Cristiano Ronaldo meta un gol y se quite la camiseta.

Como cosa positiva estaba la aparición de Gemma Arterton que está como un queso, algo planilla, pero bastante buenorra, lo cual te anima para ver cualquier engendro, a la vez que un director de esos correctos, “Mike Newell”, “Cuatro bodas y un funeral” y Donnie Brasco” entre otras.

Al final el resultado es pasable, Jake Gyllenhaal en plan cachitas cumple por los pelos, que para algo los lleva tan largos, Ben molesta mínimamente, aunque eso si molestar molesta, la Arterton efectivamente tiene un meneo de los gordos, y el director nos ofrece un buen espectáculo lleno de acción y aventuras que entretiene bastante. Solo un pero, y muy gordo, cualquier espectador con dos dedos de frente sabe como va a acabar la peli una hora antes, totalmente predecible.

Al final, ya veis, he podido ver el “Príncipe de Persia” sin rencor al video juego, y quizá me he quitado un peso de encima, ya que creo que es mejor tumbarte en una butaca y disfrutar de saltos y acción delante de una pantalla de cine, que comerte el coco dando saltos entre plataformas imposibles, pegándote con espadachines virtuales y dejando el dedo despellejado de tanto dar al teclado, delante de un monitor de ordenador.

Un seis más o menos.