Prince of Persia: Las arenas del tiempo

Después de poder asistir al preestreno de esta película, me he quedado con una sensación un tanto extraña de déjà vu con cierta saga de películas de cierto señor llamado Jerry Bruckheimer...cosa que no tiene por que ser mala en absoluto, pero ahí está.

La película tiene un comienzo muy bueno, cosa que hace que te metas de lleno desde el principio en su desarrollo. A partir de aquí, la historia se vuelve "demasiado típica", con clichés propios de este tipo de aventuras: chico pobre con suerte consigue lo imposible, encuentra chica guapa y deberá detener el fin de los tiempos contra un archienemigo.
Las escenas de acción estan perfectamente recreadas, con un muy buen uso de la cámara lenta.
Pero aun así, tiene un par de momentos "de risa fácil" que harán que sueltes alguna carcajada casi sin querer (impresionantes argumentos políticos de uno de los personajes).

Prince of Persia se deja ver con unos precios e impresionantes efectos especiales. Si tenias mono de los robots de Transformers o los barcos y selvas de Piratas del Caribe, esta vez te sorprenderás de lo bien recreadas que están las arenas de la antigua Persia: immensas batallas, buenos saltos y acrobacias (aunque el protagonista "se flipa" demasiado a veces) y montones y montones de arena.

La BSO también es buena, con algunos momentos tremendamente épicos y que, aunque no te "dejan pegado al asiento", si que consigue que te mantengas atento a todo lo que ocurre en la pantalla.

Por eso, si tienes la oportunidad, te recomiendo que vayas a ver la peli. Pasarás un buen rato, con momentos tanto cómicos como intensos, de gran espectacularidad y de una impecable factura técnica.

Esta peli es una buena peli (siguiendo el tan querido criterio filmaffitero), y:

Ya sabemos que es una peli comercial.
Ya sabemos que Jake Gyllenhaal no es Bob De Niro.
Ya sabemos que está hecha para el público que está hecha.
Ya sabemos que no es "La Naranja Mecánica", y que, por supuesto, no tiene ningún tipo de mensaje.
Ya sabemos que es una superproducción hollywoodiense.
Ya sabemos que es una adaptación de un videojuego, con todo lo que eso conlleva (y muy buena, por cierto).
Ya sabemos que sus efectos y su banda sonora son épicos (¿Para atraer al gran público? Pues no lo sé).
Ya sabemos que tiene un par de fallitos y/o flecos en su guión y en la producción.
Ya sabemos que no trascenderá en la historia del cine.

...y sabiendo todo esto (y lo siento por mis antagónicos usuarios "Gasseteados"), es una buena peli, y ¡no está en "TRESDES" de esos!

Vale la pena disfrutar de ella, ahora ya lo sabemos.

Siempre me he preguntado por qué existen las tres primeras filas de las salas del cine. No hay ángulo de visión; para poder ver la pantalla tienes que estar continuamente moviendo el cuello de izquierda a derecha, sin descanso y con la cabeza completamente en contrapicado.
Sí, hoy me ha tocado sentarme en la tercera fila. Esto pasa cuando llegas tarde al cine el día de un estreno.

Pero eso no es lo peor. Lo peor es que el Príncipe de Persia se pasa haciendo parkour durante todo el film. Qué angustia, qué mareo y qué todo.

Por otro lado, creo que el sentido del humor de estas películas es tan pobre que te entran ganas de llorar. ¿Pero quién demonios hace esos diálogos?
Un ejemplo:
Princesa: “Oh, maldito seas, dame la daga…que tengo que salvar el mundo. Esto es algo sagrado ¿dónde la has escondido?”
Príncipe: “Preciosa, si la quieres tendrás que meter la mano y buscarla en lugares profundos”.
Dios santo, y el de la fila de atrás partiéndose de risa…

Es demasiado larga, se hace pesada, a Jake Gyllenhaal no me lo acabo de creer en este papel por muchas horas de gimnasio que se haya metido y por muy largo que se haya dejado el pelo. La princesita es muy mona, pero estaría bien que articulase la cara de vez en cuando para que no creyésemos que es cyborg. Al parecer, el estar tan buena hace que no te ensucies, que no te despeines y que tu maquillaje se regenere. Pero qué suerte tienen algunas…

Aún así no la puedo suspender porque por lo menos han hecho una buena adaptación del videojuego. (Sí, me han obligado).

Jerry Bruckheimer todo aquello que lleva su firma todo triunfa. En este caso nos trae un producto de entretenimiento rápido para ser consumido en estos primeros días de verano, destinados a ser olvidados en cinco minutos después de haber sido consumidos.

La adaptación del videojuego de Ubisoft llega dispuesta a arrasar entre el público más juvenil y dicharachero, el film producido por Jerry Bruckheimer (Piratas del Caribe) tiene todas las características de un éxito de verano como la trilogía que protagonizó Johnny Depp. Prince of Persia se degusta con tanta facilidad como se olvida.

Una aventura exótica que apuesta por el espectáculo cinematográfico en su acepción más veraniega, sin complicarse la existencia, y se puede decir que, más o menos, consigue lo que se propone, ya que pese a su linealidad y sus convencionalismos en el guión al menos ofrece unas pequeñas dosis de acrobacias, romance y humor capaz de satisfacer a casi todos los públicos.

Afortunadamente, Prince of Persia se aleja lo suficiente de otras adaptaciones de videojuegos y esta vez el resultado es casi una adaptación perfecta, en comparación con otras franquicias como (Resident Evil).

Todo esto es suficiente para mantenernos distraídos entre una escena de acción y otra mientras Mike Newell se limita a cumplir en la dirección pero su labor carece de todo asomo de estilo o clase.

Gemma Arterton es la única que desprende vida a lo largo de todo el relato, haciendo gala de un encanto y belleza que supera todas las expectativas, hasta el extremo de que su presencia eclipsa la de un correcto Jake Gyllenhaal que no acaba de encontrarse. No obstante, ahí están secundarios como Alfred Molina para aportar distensión y diversión a una aventura mecánica y ruidosa, pero consciente de su ligereza e intrascendencia.

En definitiva Prince of Persia es probablemente la mejor adaptación de videojuegos a cine de toda la historia, pero lógicamente está a años de luz de similitud con el juego, pero es una buena película de aventuras que se degusta y se olvida con mucha facilidad.

Que los jugones calienten sus mandos... y que los críticos afilen sus plumas. Vuelve uno de los matrimonios de conveniencia más controvertidos: la unión entre cine y videojuegos. Controvertido por la conjunción de funcionar casi siempre bien en taquilla con el hecho de que las películas de este tipo que acumulen verdaderos logros artísticos pueden contarse con los dedos de una mano. Será que al estar basadas en productos que arrastran tras de sí a una gran masa de usuarios fieles, que aseguran el ya mencionado buen paso por caja, esto implica cierta laxitud en lo que a exigencia cualitativa se refiere. Será porque el sector recreativo no ha tenido argumentos serios para reclamar su condición de arte con letras mayúsculas hasta hace poco tiempo. Será porque estas adaptaciones han sido normalmente encargadas a gente cuyo talento brilla por su ausencia.

Para el salto a la gran pantalla de una de las sagas videojueguiles más famosas de todos los tiempos, encontramos el sello Jerry Bruckheimer, maestro pirotécnico por excelencia, y ya sea dicho, una garantía bastante sólida cuando hablamos de blockbusters. Un valor fiable no sólo por la cantidad de capital que puede poner como soporte para sus proyectos, sino también por saber rodearse de gente por lo menos competente. En esas aparece Mike Newell, eterno director de ‘Cuatro bodas y un funeral’ (un antecedente en clara discordancia con el encargo que ha llegado a sus manos este año) pero que no obstante con ‘Harry Potter y el Cáliz de Fuego’ ya probó suerte en el terreno del entretenimiento de alto standing, y para nada salió mal parado de la experiencia.

Ahora con ‘Prince of Persia: Las arenas del tiempo’, se ha echado el guante a una franquicia que todavía no refleja el boom de juegos intelectualmente estimulantes que ha vivido especialmente la actual generación de consolas, pero que por el contrario es una excelente muestra del espíritu de evasión que tradicionalmente ha caracterizado al sector. Un espíritu con el que el séptimo arte ha congeniado de forma asombrosa desde los ancestrales tiempos de Méliès. Huelga decir que este desierto persa se halla lejos, lejísimos de las enseñanzas del ilusionista parisino. La razón obvia la encontramos en lo exageradamente rápido que ha madurado el cine, lo cual ha hecho que donde antes había la fascinación por descubrir nuevos mundos surgidos de una imaginación completamente desbocada, ahora está el más difícil todavía en una búsqueda desesperada del golpe de efecto para impresionar a un consumidor que a estas alturas de la historia, ya cree haberlo visto todo. Donde antes había magia artesana ahora hay ostentosos truquillos digitales.