Carismática película de culto dirigida por el responsable de Dark City con la que alcanzó un gran éxito de taquilla y le confirmó como uno de los directores más interesantes del género. Posee una conseguida atmósfera gótica con estética de cómic que sirve de marco ideal para ambientar una historia de venganza en la que una pareja de prometidos es brutalmente asesinada el día antes de su boda. Según la leyenda, cuando el alma abandona un cuerpo en circunstancias muy dolorosas, no puede descansar y sólo excepcionalmente puede regresar al mundo de los vivos para ajustar cuentas.

Con esta sencilla premisa argumental la película rápidamente se convirtió en un film de culto y de gran éxito espoleada por la accidentada muerte de su protagonista Brandon Lee. El hijo del mítico Bruce Lee moriría en pleno rodaje en trágicas circunstancias al recibir un disparo real de un arma que se supone tenía que estar cargada con balas de fogueo y no auténticas. Por este motivo varias de sus escenas tuvieron que ser filmadas con dobles y especialistas aunque Brandon aparece en casi todas las secuencias. La carrera del malogrado actor hasta el estreno de su obra póstuma fue bastante mediocre sin embargo la fama le llegó un año después de su muerte con el éxito del film que tuvo una vulgar secuela rodada dos años después protagonizada por Vincent Pérez e Iggy Pop.

Otro de los aspectos positivos que destacaría del film es su potente banda sonora tanto las canciones que en ella aparecen como la instrumental compuesta por Graeme Revell. Tiene además unas vistosas secuencias de acción y un montaje dinámico que la convierten en una propuesta muy entretenida para disfrutarla las veces que se quiera. También se incluyen ciertos toques de humor que suavizan la violencia y el tono oscuro de la historia.

En resumen no estamos ante una obra maestra del género pero sí ante una propuesta entretenida, visualmente atractiva y que ha envejecido muy dignamente veinte años después de su estreno. Objetivamente no le daría más de un seis pero subjetivamente le doy un siete porque me ha gustado más ahora que entonces.