Esta obra me ha fascinado profundamente, veo en su metraje no a sus personajes o su historia, sino a la vida misma corretear por ella mostrando su lado más humano, poético, real, filósofico y artistico. Es una obra inmensamente depurada, que a pesar de una duración de casi tres horas, no se le puede quitar nada, está sencillamente perfecta tal como está. Es un cine al que doy gracias a Dios que aún se produzca, que aún haya árboles que sigan dando estos frutos. En una sociedad que lo que más demanda del séptimo arte son los grandes blockbuster, cuantos más palomiteros y con efectos especiales mejor, poniéndole luego etiqueta de cultura a eso, pequeñas joyas como estas cobran un valor mucho mayor y se aprecian más, ya que todo lo que refleja está vacío de todo tipo de artificios, los paisajes no pueden ser más simples, más naturales, incluso más humildes, y a pesar de todo, a través de un trabajo artesanal de buen orfebre logra en lo que no dudo de calificar de obra maestra. Probablemente pasará desaparecido, a pocos oídos llegará, pero aquéllos que se queden para oír su música podrán durante ese rato conectar con ese concepto abstracto que es la belleza, que la disfruten mientras puedan.