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El peral salvaje

Drama Un aspirante a escritor regresa a su pueblo natal en Turquía, pero se siente abrumado por las deudas y problemas que tiene su padre.
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
22 de septiembre de 2019
40 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuri Bilge Ceylan es uno de los más brillantes cineastas en activo. Su obra sigue la estela de los grandes directores europeos: Bresson, Tarkovski, Bergman.

El primer plano de ‘El peral salvaje’ es como una página de la correspondencia entre Erice y Kiarostami. El mar, reflejos, el tumulto interno y exterior; el oleaje en el alma de Sinan. Chillan las gaviotas y oímos el grito existencial de un joven turco que parece ser un verso suelto en una sociedad llena de jueces y acreedores, de sueños y demonios familiares.

El andar aparatoso, el gesto áspero y torcido, el cerebro despierto; la rabia a punto siempre de estallar.

La relación entre padre e hijo, con sus múltiples aristas, resulta conmovedora. Cómo no sentir en lo hondo la angustia y el despecho de Sinan; la soledad profunda de Idris; la estrechez de los espacios interiores.

Suena el principio de la ‘passacaglia’ de Bach-Stokowski en do menor, único fragmento de música utilizado por Ceylan, y, como en Bresson, la imagen se transforma; resuena el conjunto dentro de nosotros con poesía y hondura inexplicables.

Dos imames discuten acerca de la posibilidad del cambio en el islam (un debate que podría plantearse de igual modo con el cristianismo) y, de pronto, la conversación deriva en un caudal que adquiere resonancias de Pascal y Dostoyevski. ¿Preferiríamos vivir en un mundo en el que existe Dios o en uno en el que Dios no exista? Y, hasta el más descreído, se ve atrapado en esa red universal.

La Turquía de Nuri Bilge podría ser cualquier país del mundo y, sin embargo, sólo puede ser ‘esa’ Turquía, su Turquía, maravillosamente retratada.

La fotografía, los entornos, el uso de la luz; la coreografía de los personajes; la construcción de las conversaciones, las miradas, aquello que queda sin decir… La escena amatoria es lo mejor que he visto en mucho tiempo en una sala oscura. Un ‘pas de deux’ que ilustra lo grande que puede ser el cine.

Nuestro cine.

El final, que no desvelaré, es el mensaje que quisiera legar a mis dos hijos. Frutos de un árbol imperfecto, mejores que su padre.
Servadac
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1 de octubre de 2018
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años hemos visto evolucionar el cine del director de manera espectacular. Aunque las escenas largas siempre han abundado en su filmografía, cada vez los diálogos están más elaborados al punto de parecer improvisados, como si dos amigos tomasen un café sin ser conscientes de las cámaras. También sus películas son cada vez más largas superando las tres horas, el simbolismo de sus planos cada vez mejor ejecutado, las imágenes sorprenden más por su belleza y su contundencia. Sus personajes, simpáticos en un principio, van mostrando poco a poco sus sombras hasta resultarnos antipáticos e insoportables. Sus historias miran cada vez más a la literatura rusa, adaptando escenas de Tolstoi y Dostoievski. En Winter sleep, por ejemplo, el niño que ha de besar la mano al protagonista y el padre de éste que rechaza el dinero de la familia son calcos de los pasajes de la familia de Sneguiriov en Los hermanos Karamazov. Con los años, Ceylan no sólo refina su gusto sino que además pule su estilo.

Wild pear tree es la sublimación de todas estas técnicas, un techo creativo para un director cada vez en mejor forma. Narra la historia de un joven escritor que vuelve al pueblo en el que creció. Sus rencuentros con su familia y sus amigos mientras intenta recuperar la inspiración para terminar la novela que da título a la película. El peral salvaje es aquel árbol que da peras pero que sus frutos son imperfectos, con sabor demasiado amargo. Pese a ello, son frutos con los que se pueden preparar platos deliciosos. Metáfora del padre del protagonista, marginado por sus vecinos por deberle dinero a todo el pueblo y por embarcarse en una odisea quijotesca: cavar un pozo en un terreno sin acuíferos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
harryhausenn
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2 de agosto de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mayormente por bisoñez, pero también por situaciones vitales diversas y el contexto de sus respectivos estrenos, en ocasiones se nos escapa casi por entero la obra de un maestro. Pero una vez una de sus obras te hechiza, estarás ya siempre ahí para la degustación de sus nuevos trabajos, y sabes que más pronto que tarde te reencontrarás con su cine pendiente. La película que nos ocupa, una de las rezagadas en estrenarse de la Sección Oficial de Cannes del 2018, se ajusta perfectamente a esta descripción. Por ello, era una de mis películas más anticipadas del 2019. Pues si bien esta pasó algo desapercibida a nivel mediático en el festival, casi todas sus películas anteriores se habían llevado algún tipo de reconocimiento en la rivera gala. Pero la elección del último día del festival para su presentación fue muy relevante en su poco revuelo, pues no en vano las opiniones de la crítica era bastante positivas. Se trata, dejemos de cebarlo, de la ambiciosa El peral salvaje, el último trabajo del venerado Nuri Bilge Ceylan. Filme que también compitió en Sevilla y que, contrastado con su naturaleza reflexiva, nos llega en el calor del verano. Ansioso por sumergirme en la obra del turco, acudí al pase de prensa con presteza. Y pese a su dificultad me sumergí de pleno en una de las grandes películas del año. Un drama rural de reencuentro y amarga asunción del porvenir pausado en su construcción y minuciosa en su descripción psicológica. Un viaje arduo de desolación personal y nihilismo sociológico ejecutado con la sabiduría de un maestro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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10 de agosto de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta la fecha, "Lejano" había sido la única película que había visto de este director turco. Me había dejado buen sabor de boca por la sutileza con la que reflejaba la incomunicación y las relaciones familiares de los protagonistas, todo ello sin abusar del uso de la palabra, dejando que las imágenes y los actos de los personajes permitiesen al espectador sacar sus propias conclusiones. El poso de tristeza que dejaba esa película en el espectador era duradero.
En "El peral salvaje", sin negarle la perfección de las imágenes, opta por un estilo mucho más digresivo en el que la palabra, en demasiadas ocasiones, creo yo, eclipsa a la imagen. Disertaciones, un tanto pedantes a veces, sobre religión, amor, literatura etc. acaban lastrando el ritmo del filme hasta hacerlo un tanto aburrido, teniendo en cuenta la ya excesiva duración del mismo (más de tres horas).
Y es que dudo mucho que para contar el deseo de un arrogante joven de abrirse camino en el mundo literario (y su posterior cura de humildad) junto con sus problemáticas relaciones familiares en una localidad de la Turquía profunda sea necesaria tanta digresión que, en determinados momentos, te puede desconectar, como a mí me ha sucedido, de la película.
Lo más interesante quizás sea, como ya sucedía en "Lejano", el tratamiento de las relaciones familiares y también la parte final de la película, parte que por momentos sí que consigue crearme cierta emoción. Pero para hacer ese viaje creo que no eran necesarias tantas alforjas.
Boo Radley
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2 de agosto de 2019
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Peral salvaje se trata de la última película de Nuri Bilge Ceylan, un director turco que película tras película se consolida como una de las visiones más atrayentes desde fuera (o en los márgenes) de Europa. En este caso la obra fue estrenada en el Festival de Cannes dentro de la sección oficial así como en el festival de Sevilla del año 2018.

La película tiene parte de biográfico, pues el guion está basado en la vida de Akin Aksu. ¿Y quién es este hombre? Pues precisamente un conocido del director de la película, que por casualidades del destino, después de una conversación larga y relajada con él y su mujer, les convenció para presentarles un escrito sobre su vida y la de su padre. Tiempo después, cuando Nuri Bilge Ceylan ya no esperaba ninguna contestación, recibió un manuscrito de 80 páginas, que encandiló al director por su naturaleza y su candidez.

Por otra parte, no cito por casualidad a la mujer del director, Ebru Ceylan, porque no solo aparece acreditada como guionista, sino que siempre es una herramienta indispensable en las películas del director turco, un soporte en el que Nuri Bilge Ceylan puede apoyarse.

La película, al presentarnos el regreso del personaje protagonista al pueblo donde nació después de haberse licenciado, hace una mirada de cero hacía esa misma vida, que es la visión que se le comparte al espectador. Así, la presentación de todo lo nuevo y sobre todo, lo viejo, se hace siempre bajo la tutela de nuestro estudiante Sinan, que es nuestro particular cicerone.

Difícil sería clasificar la película como una obra totalmente realista, aunque lo pudiera parecer leyendo la sinopsis o mirando el trailer. Pero lo cierto es, como bien le cuenta un escritor célebre a nuestro protagonista, la mirada del director o artista se posa siempre sobre unas cosas y no sobre otras, con lo que al hacer esta criba, ya se está dejando el realismo total de lado.

El peral salvaje es una película preciosa, con una fotografía excelsa...pero no es una de esas películas pensadas exclusivamente para deleitar al espectador simplemente mediante el uso de su imagen. Tampoco queda relegada esta a un segundo plano, sino que se produce una "mágica" fusión que precisamente rompe con el realismo anteriormente comentado que podría suponer el argumento. Se retrata la cotidianidad sí, pero esta misma aparece bajo un tamiz muy personal, que es la propia mirada del director, y donde a veces él quiere poner el foco. Pueden ser las propias gaviotas en un plano que duran un poco más de lo normal, puede ser ese soplar del viento que hace que uno se estremezca o puede ser esa melancolía que acompaña continuamente a nuestro personaje principal.

En este sentido, la película se aleja de cualquier otra película pretenciosa de aquellas etiquetadas como falsamente "hiperrrealistas" y que en su dejada puesta en escena en realidad ocultan los defectos de un cineasta sin talento. Aquí hay talento, y a raudales, pero para ello el director no necesita pavonearse, como si lo hacen muchos otros, especialmente más allá del charco.

Al tratarse de una película de más de tres horas de duración, es normal que la obra abarque numerosos temas, pero podemos dibujar dos conceptos principales que se repiten durante todo el filme. Por una parte, tenemos al personaje protagonista interpretado por Dogu Demirkol, que es un personaje que es una "rara avis" de la sociedad. Es un ente totalmente opuesto a la sociedad, que en parte la odia por rechazarle y en parte la envidia (como envidia al escritor). Pero es obvio que empatizemos con él porque Sinar, es un hombre que ha entendido la absurdez de nuestra sociedad contemporánea. Sinar ya está harto de seguir las pautas corrientes: casarse, buscar un trabajo corriente, tener hijos. Es normal que nosotros como espectadores tengamos esa misma frustración juvenil que tiene Sinar. Además Sinar tiene destellos de genio, que en parte están atascados en la medianía de vida que lleva, y en la medianía de ciudad donde vive.

Y por otra parte, está la relación paterno-filial, entre Sinar y su padre, Asuman, interpretado por Bennu Yildirimlar. El padre representa todo lo que el hijo odia. Asuman se ha convertido en un animal, no en el sentido de ser un bestia, sino en el de ser una simple marioneta que ni siquiera es capaz de alimentar a su familia porque debe muchísimo dinero en deudas absurdas que es incapaz de controlar. Sinar ve en su padre un hipotético reflejo de lo que el no quiere convertirse. Pero la relación entre ambos no está contada como en un melodrama barato, sino que Nuri Bilge lo presenta desde su barrido personal.

Conclusión

El Peral salvaje es una película realmente disfrutable. Las tres horas de duración pueden alejar a más de uno, pero sería un error, porque la película no es para nada un ejercicio de onanismo, sino más bien un regalo vital en el que además puede verse una Turquía real, lejos de las miradas sensacionalistas europeas.

Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
Kyrios
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