Lars Von Trier, ha creado la que para mi es su mejor película hasta el momento, llena de humor negro, sadismo , muy explicita y con muy mala leche. Cuenta con un protagonismo absoluto de un extraordinario Matt Dillon, con secundarios de lujo.
El director traspasa el límite de lo políticamente correcto en alguna escena en busca de la provocación, y se mira el ombligo en exceso en algunos tramos, pero construye una gran película, desternillante por momentos, incluso provocando "sentido de culpabilidad" por arrancarnos carcajadas con esas escenas. A pesar de su metraje se hace corta.

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