En una película en la que abunda tanto el diálogo, Fincher no “se va por las ramas” y se limita a contar la historia, con una sencilla planificación y un bonito juego con la profundidad de campo, trabajo del director de fotografía, Jeff Cronenweth (habitual del director).
Sin duda alguna, una película en la que es tan interesante lo qué cuenta, que, el cómo lo cuenta. Porque siendo la típica película que ya has visto, al final tienes la sensación de haber visto algo tan distinto como nuevo, y que no se ha convertido en la típica película, revestida de una sórdida historia de amor.
La película es técnicamente estupenda, con un montaje fantástico viajando en el tiempo para dibujar los acontecimientos a la perfección. Todo es creíble, las sensaciones se transmiten, y todo queda redondo. Buenas interpretaciones y banda sonora también. Y secuencias de gran cine, como la carrera de remo, por ejemplo.