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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Aventuras Bajo el imperio de Napoleón, François Vidocq, el único hombre que ha conseguido escapar de las más grandes penitenciarías del país, es una leyenda de los bajos fondos parisinos. Dado por muerto tras su última gran evasión, el expresidiario intenta pasar desapercibido tras el disfraz de un simple comerciante. Sin embargo, su pasado lo persigue, y después de ser acusado de un asesinato que no ha cometido, propone un trato al jefe de ... [+]
8 de marzo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vidocq es un personaje legendario de la historia de Francia. Ladrón, estafador, contrabandista, probablemente asesino, mil veces capturado y mil veces fugado, terminó trabajando para la policía y creó lo que hoy se llama la Seguridad Nacional, amén de fundar la primera agencia de detectives privados. El cine no tardó en adaptar su figura, existe incluso una película muda, pero las dos más comentadas son la de Pitof, con Gérard Depardieu en el papel protagonista, barroca pero mediocre, y sobre todo El asesino poeta, hermosa cinta de Douglas Sirk con el gran George Sanders (cuando le daba la gana) como Vidocq. Prueba suerte ahora Jean-François Richet, niño mimado del cine galo, de quien nunca me cansaré de recomendar el díptico de Mesrine. Creo que circula, o circulaba, en DVD. Le sale una película sórdida, de una violencia gratuita y desagradable, apenas basada en hechos reales, aunque eso da igual si la obra es sólida. Lleva a cabo una esforzada reconstrucción del París de la época, tanto de sus abismales suburbios como de sus lujosas residencias, presenta una serie de personajes históricos de renombre, entre los que descuella Fouché, en magistral aunque breve encarnación de Fabrice Luchini, aprovecha ese rostro inquietante de Cassel para plasmar el terror que inspiraba entre sus correligionarios del hampa, y el envoltorio acaba aplastando al contenido, sin dejarnos otra cosa que una serie de imágenes, unas bellas, otras acongojantes. No termina de cuajar la mezcla, y ni tan sólo la aparición, escasa, de Olga Kurylenko anima la función. Por tanto, un pequeño fracaso de su autor.
Eduardo
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