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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Drama. Thriller En 1993, tres niños de 8 años fueron brutalmente asesinados en un barrio de Memphis. Las autoridades locales sufrieron una gran presión popular para que encontrarán lo antes posible a los culpables. Una serie de pruebas circunstanciales unidas a las habladurías de la gente dieron pie a una auténtica caza de brujas contra tres chicos de indumentaria gótica e interesados por el satanismo. "Los tres de West Memphis" eran los sospechosos ... [+]
19 de octubre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pertenezco a ese grupo de cinéfilos que, en cuanto ven la frase "basado en hecho reales" al principio de una película, se ponen a temblar. La frasecita de marras augura un tono grave, pomposo, pretencioso, pagado de sí mismo, cierto tratamiento documental, y un formato de lujoso telefilm de sobremesa.
Todo ello se da cita en Condenados. Entonces, uno se aferra a aquello de "A Film by Atom Egoyan", pensando que quizá ha vuelto por sus fueros pretéritos tras una década errática.
Pero no es así. Los tiempos de El dulce porvenir, Exótica, El liquidador, han pasado a la historia. Condenados es su primera producción íntegramente estadounidense, y Egoyan no ha podido, o no ha sabido, trascender los límites del rígido sistema del país. Se ha desplazado al Profundo Sur, ese miserable lugar olvidado de la mano de Dios, cantera de votantes de Trump, analfabetos, fanáticos religiosos, supersticiosos y anclados en fantasmas del pasado, para contar la historia de unos niños que fueron asesinados y violados, y la de los adolescentes que fueron condenados por dichos crímenes, sólo porque eran "raros". El paso del tiempo, y la constancia de los investigadores, consiguieron demostrar al cabo de casi veinte años su inocencia. Pero en lugar de blandir el bisturí y llevar a cabo una vivisección sin tapujos de esa horrenda sociedad, por llamarla de alguna manera, Egoyan se pone la bata blanca de documentalista y se acerca a los hechos desde una óptica aséptica y gris, siguiendo la investigación paralela que lleva a cabo el detective privado Ron Lax, observando a los miembros de las desdichadas familias desde lejos, como sin atreverse a profundizar en el meollo de la cuestión, cuando al mismo tiempo insinúa posibilidades acaso espantosas. Lo dicho: típica estética de lujoso telefilm de sobremesa. Parece que Egoyan ha tirado la toalla y se ha decantado por convertirse en uno de esos cineastas de pasado brillante y presente poco prometedor.
¿Qué nos queda? Una realización impecable en el apartado técnico, rehuyendo cualquier pretensión "arty", un conjunto de interpretaciones competente (Colin Firth siempre es un valor seguro), y un vistazo fugaz a una comunidad tan repulsiva como los asesinatos cometidos. Una película correcta, sin más, pero no era lo que esperaba de Atom Egoyan.
Eduardo
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