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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción. Intriga Después de que un satélite artificial se estrelle en una remota aldea de Nuevo México, el equipo encargado de recuperarlo descubre que casi todos los habitantes del lugar han perecido víctimas de una horrible muerte, con la misteriosa excepción de un niño y un viejo. Los superviventes son trasladados a un laboratorio de avanzadísima tecnología situado a una profundidad de cinco pisos bajo tierra, donde los perplejos científicos tratan ... [+]
11 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A primera vista, una de suspense con virus alienígena desatado.
Por supuesto, a primera vista.

Pero Robert Wise se cuida de empezar narrando "esto ha sido consultado con no-sé-qué organismo oficial", y te empieza a llenar la pantalla de números y avisos que nada bueno presagian.
De repente, tú también formas parte del mundo, y te sientes mirando la grabación alto secreto perteneciente a un laboratorio del que no sabes -ni sabrás- su existencia.
Hay fuerzas, naturales y universales, que amenazan todo el "estado del bienestar" creado por nosotros, y ese es solo el primero de los descubrimientos hiela-sangre.

La vida en un pequeño pueblecito del desierto americano ha sido interrumpida de un plumazo, dejando cadáveres inmóviles de muecas aterradas asfaltando sus espacios, y es cuestión de tiempo hasta que se descubra que había un organismo en el meteorito que cayó próximo.
Tras los trajes de contención de los enviados, una imagen aterradora: la cabeza de un ciudadano muerto en la barbería llena anormalmente el plano como si estuviera a punto de devorar al investigador que lo observa, conjurando sutilmente nuestros peores miedos.

La subsiguiente investigación en una remota base científica en principio es fascinante por las medidas desplegadas para contener la infección, pero luego pasa a ser desesperante cuando pasan las horas (cuidadosamente recordadas) y lejos de contenerse, el Virus Andrómeda hace notar nuestras indefensiones genéticas.
Resulta irónico observar las puertas selladas, los protocolos de descontaminación, los rigurosos controles para pasar de sector a sector, y pensar que solo le estamos poniendo puertas al campo, tratando antinaturalmente de protegernos contra un organismo cuyo justo derecho habría sido exterminarnos.
Si algo aportan esos procesos minuciosamente filmados es que, con el mejor de nuestros esfuerzos, aún tendríamos que luchar por el puesto en la cima evolutiva: da que pensar sobre cómo seguimos creyendo que la naturaleza puede ser contenida en una placa de petri para su posterior disección.

Aunque, ciertamente, el ángulo más interesante es el de las comunicaciones humanas, reservadas a los organismos oficiales que no pueden tomar medidas sin firmar varios papeles, y al incauto investigador al que se le dan las llaves del reino con la misión de destruirlo si el universo quiere expulsarnos de él.
Los primeros no dejan de ser una triste realidad que llega hasta el presente, con un "hacían su trabajo" para su posteridad, pero el segundo, receptor de la llave para volar todo el laboratorio, tiene otra tarea aún peor: saber cuándo hay que suspender la lógica y actuar con la supervivencia humana sobre los hombros.
Una tarea para la que, aún, somos incapaces de responder de la mejor manera posible.

La naturaleza ganará porque sabrá adaptarse, duda no queda.
Solo queda la pregunta de hasta cuándo seremos capaces de sabotear el sistema.
Charles
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