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España España · Madrid
Voto de Charles:
10
Ciencia ficción. Fantástico. Acción El todopoderoso Thanos ha despertado con la promesa de arrasar con todo a su paso, portando el Guantelete del Infinito, que le confiere un poder incalculable. Los únicos capaces de pararle los pies son los Vengadores y el resto de superhéroes de la galaxia, que deberán estar dispuestos a sacrificarlo todo por un bien mayor. Capitán América e Ironman deberán limar sus diferencias, Black Panther apoyará con sus tropas desde Wakanda, Thor ... [+]
27 de abril de 2018
28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí están nuestros héroes, al final de todas las cosas.
De alguna manera, estaban destinados a este acontecimiento, desde el momento de su creación o nacimiento, simplemente porque existen el bien y el mal, equilibrando el universo.
Hace varios años, Nick Furia avisó de que “el mundo se estaba llenando de gente que no tiene rival, que no se puede controlar”. Y no se dió cuenta de que, muchos años atrás, estaba creando su propia profecía autocumplida al impulsar una heroica Iniciativa.

‘Vengadores: Infinity War’ está pensada como un canto de cisne, o un réquiem sentido, con todo lo que ello conlleva.
Porque Thanos ha resuelto hacerse con todas las Gemas del Infinito, y su amenaza es absoluta, sin posibilidad de escape o aplazamiento. Le basta tan sólo un prólogo apocalíptico para dejar claro que la inflexibilidad de sus convicciones o la potencia de sus ataques le convierten en aquel que siempre hemos temido; el que hace lo que no creímos posible.
Los Vengadores, disgregados, también hacen lo que no creímos posible: vivir, dejarse llevar. Esperar nuevas bendiciones, fantasear con posibilidades, abandonar la lucha al margen porque mucho se perdió ya.
Por eso es terrible cuando aparecen avanzadillas de una guerra que impedirá a Visión y Wanda llevar una cándida vida normal. Y se vuelve peor cuando queda la pregunta en el aire de si serán capaces de ganar.

Normalmente la respuesta a esa pregunta sería “sí, lo harán, son los Vengadores, por muy mal que estén, lo resolverán”.
Pero entonces veo a Tony Stark acojonado porque su visión de un futuro catastrófico se ha empezado a materializar.
Observo a Stephen Strange superado por enemigos que en otras circunstancias no le podrían ni tocar.
Y la mirada de Bucky Barnes cuando mira ese brazo metálico, heraldo de su maldición amnésica, es la de un hombre que comprende la inevitabilidad de la guerra en su sangre, y acepta la posibilidad muy real de que esta sea la última, de verdad.
La increíblemente rápida e intensa montaña rusa nuclear que es la película se detiene levemente en esos momentos, a veces apenas un minuto, para que te des cuenta de una cosa: siguiendo el camino de años atrás, quieres sentarte al lado de Thor cuando sonríe débilmente con ojos empañados, asegurando que poco más podrá perder ya.
Cargas con el mismo equipaje emocional de todos ellos, y si pudieras hacerlo les evitarías el sufrimiento.

Thanos sabe esto.
Comprende que cada ser que le amenaza tiene algo que perder, y se mueve en consecuencia, sabiendo perfectamente qué teclas tocar para conseguir lo que quiere. Y te da putísima rabia cuando sabes que están cerca, que podrían derrotar al loco del planeta Titán sólo usando la cabeza… pero cada Vengador o Guardián tiene un corazón, uno al que volver tras las batallas, que en tiempos de guerra global es imposible mantener a salvo.
Con estos rasgos, quizás habría sido muy fácil hacer de Thanos un enemigo monologuista y absoluto pero, lejos de eso, se arremanga quitándose su pesada armadura dorada: el Titán Loco habla con sus acciones y renuncias, con sus silencios e implacables verdades, reconstruyendo su pasado para el que quiera verlo, tal vez a veces demasiado centrado en un objetivo que le ciega al sufrimiento, propio y ajeno.
Sabíamos que Thanos tenía cabeza. Pero de lo que te das cuenta, poco a poco, de la más dolorosa manera… es que tuvo un corazón, un recuerdo feliz a su manera, uno que aún le espera.

Las hostias ya no sólo duelen, se temen. Y si hay villanos absolutos, esos ya sólo son la (aún así chula) Orden Negra.
En el asedio de Wakanda hay otros tantos bichos que se amontonan vorazmente y épicos momentos de triunfo Vengador (sabrás cuáles cuando sucedan), pero también ves a todo el mundo dando ese último empujón doloroso, porque ceder significa perder todo lo que alguna vez han tenido.
Tan sólo diferentes seres luchando por lo que consideran correcto, angustiados de no conseguirlo, marcados y azotados por todo lo que dejan en el camino.
No es bien ni mal, es equilibrio: un concepto por el que Thanos vive y muere, condicionado por ello pese a que ninguno de los Vengadores o Guardianes puedan verlo.

Y así es cómo Marvel hace saltar por los aires las dinámicas del cine superheroico comercial, refinando la figura del villano hasta que sólo queda un hombre incomprendido perfectamente claro en sus motivos y afirmando, no jugando con la posibilidad, de que él tuviera razón; una que pudiera alcanzar, al final.
Obviamente, esto no es una conclusión, ni la última palabra. Afortunadamente, los héroes seguirán existiendo, porque les necesitamos (esto también lo dijo Nick Furia).

Pero es una valentía inmensa mostrar cómo, pese a todo, las mejores intenciones pueden llevar al peor de los resultados.
Que, aún siendo personajes de fantasía, ninguno de los Vengadores o Guardianes está realmente preparado para afrontar consecuencias reales sobre el destino que les iba a llegar, y la caballería puede llegar un segundo más tarde, o el más triste de los sacrificios hacerse en vano.

Podemos perderlo todo, lo ha tenido que enseñar Thanos.
Y lo peor/mejor/admirable es poder agradecerle, lagrimilla mediante, que me lo haya enseñado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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