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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama A comienzos del siglo XV, el monje pintor Andrei Rublev acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de las torturas, crimenes y matanzas que tienen aterrorizado al pueblo ruso... La biografía del pintor ruso Andrei Rublev -Andrei Rubliov-, famoso por sus iconos, sirve de base para hacer un minucioso retrato de ... [+]
30 de marzo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta el exceso. En el cine, más que en otra cosa.
En tiempos en los que cualquier película debe recortarse, pulirse y sanearse para una óptima distribución en salas, cualquier creador desperdigado por la pantalla vale mil veces más que un amordazado artista apostando a medias.
Andrei Tarkovsky, por supuesto, no tenía que lidiar con estas cosas, porque en su tiempo, el cine podía ser todavía arte y no necesariamente negocio virulento.

Dicho lo cual, y por más pasión que haya volcada en ella, 'Andrei Rublev' es un soberano plomo.
Punteado con sereno lirismo, desde luego, cimentado en potentes convicciones sobre el arte y la humanidad, sin duda. Pero plomo, total, flagrante y abrumador.
Mis enhorabuenas más sinceras, de verdad, a quien pueda perderse en sus fotogramas. Pero soy incapaz de visualizar a alguien diciendo "mira, mi película favorita", y poniéndose a verla un día no demasiado malo en que le tengan que recordar las cosas buenas de la vida.
Alguno habrá, y de nuevo mis felicitaciones más efusivas, pero en mi caso creo que se quedará como agujero cubierto de mi educación cinéfila (y no deja de ser una pena).

Aún así, hay mucho que no puedo desdeñar en sus imágenes, por mucho sopor rampante que haya.
El cabrón de Tarkovsky, si pudiera atarnos y meternos de cabeza a contemplar minuciosamente un museo, lo haría.
Como no puede, convierte la biografía de Andrei Rublev en un conjunto cuadros vivientes, plenos de personas y detalles, siempre enmarcados en movimientos de cámara leeeentos que nos permitan recrearnos (y recrearse él), para así captar todo lo que pueda de esa Rusia del S. XV.
Así, no vivimos CON Rublev, y sí vivimos COMO él, lo que ya de por sí marca una gran diferencia: su observación del mundo desde la fe cristiana también acaba siendo la nuestra, y es doloroso darse cuenta de que la fe o la piedad se quedan como palabras inertes ante la barbarie y el odio.

Unos paganos desnudos, formando su propio jardín del Edén, felices en su amor y libertinaje, son perseguidos y apalizados por su conducta contra la norma.
Los tártaros violan y masacran todo un pueblo por cuestiones de mando, primando en sus torturas aquellos que mal no les podían hacer, cayendo indefensos al chocar su horca de madera contra el cortante acero.
El desequilibrio manda, la fe no es suficiente, pero tú pinta sobre la salvación, sobre el fin de los tiempos, porque la gente soportando el martillo de cada día necesita ilustraciones a las que dedicar su plegaria; eso le dicen a Andrei.
Y él calla y otorga, desviando la mirada, vergonzosamente quieto cuando la pagana desnuda que le ha revuelto sus deseos pasa rozando su canoa, en persecución desesperada: he ahí una de las joyas del metraje, que solo en su silencio y exposición prolongada podría quedarse clavada en el cerebro.

Océanos de tedio separan cada uno de los puntales momentos, y aunque mientras dura la travesía es dura, me fascino cada vez que llegamos a ellos.
Por un lado, detesto entregar minutos a lo superfluo, por otro, me doy cuenta que para Tarkovsky ningún momento de toda la meditación de Rublev (los dos Andreis, jajaj simbolismo) era algo que sacrificar al vacío, por moverse más rápido hacia la siguiente escena.
No funciona así la vida. Y esto quiere serlo, todo lo que pueda.

Va un brindis para los artistas que deciden arremangarse, lo feo lo viven en catarsis y eligen convertirlo en piezas que el día de mañana contrastaran su color con la monocroma realidad que les inspiró, como bien ilustra el epílogo.
Aunque la muerte nos rodee, solo podemos seguir creando, amparados en que dejamos algo mejor de lo que nos hemos encontrado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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