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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Ciencia ficción. Romance En un futuro, tras demostrarse científicamente que hay vida después de la muerte, millones de personas de todo el mundo se suicidan para pasar a la otra vida. Un hombre y una mujer se enamoran mientras tratan de asimilar sus trágicos pasados y la verdadera naturaleza del más allá. (FILMAFFINITY)

3 de abril de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que nunca me había parado a reflexionar cuáles serían las implicaciones de descubrir que existe vida más allá de la muerte.
No que exista un "cielo", un "infierno", un "nirvana" o un "paraíso"... sino que existe un lugar al que todos vamos a parar cuando nuestra existencia parece terminar.
Aunque sí debo darle la razón a esta película cuándo especula con la inmediata consecuencia: muchísima gente descontenta se quitaría la vida, solo para alcanzar ese sitio prometido, con la seguridad de que no puede ser peor que este.
Normal, por otra parte, en un momento actual en el que lo deprimente le ha ganado la partida a lo ideal.

'The Discovery', aparentemente, tiene un gigantesco problema: el misterio que plantea no encuentra un satisfactorio final.
Pero, haciendo un poco de abogado del diablo... ¿el misterio de la vida que llevamos en algún momento encuentra una satisfactoria respuesta?
No, qué va. Vivimos y nos reproducimos con una ligera idea de qué es lo importante, y es solo en la muerte cuándo nos damos cuenta de dónde deberíamos haber puesto los esfuerzos, y si tenemos suerte hemos seguido el camino correcto, demasiado tarde para enderezarlo.
Algo de ese razonamiento se sigue en esta historia, bastante diluido y no servido con los más adecuados actores, pero vale la pena pensar un poco en él para darse cuenta de lo acertado que es.

A Will, resignado doliente de los miles de suicidas que se siguen multiplicando cada día, le conocemos al principio, en un viaje en ferry para visitar a su padre Thomas, descubridor de la existencia tras la muerte (papel al que Robert Redford reacciona con la clase de aplomo de persona crecida ante las circunstancias: huyendo hacia adelante).
En ese trayecto conoce a Isla, y enseguida salta la curiosidad común, entre el deprimido Will y la irónica Isla, ambos dos encarnando las dos posturas que se pueden esgrimir ante la cuestión: aceptación indiferente en el caso de la segunda, y una suerte de desangelado romanticismo por la vida en el caso del primero.
Ninguno parece contemplar el punto de vista del otro, y en cada una de sus perspectivas existe cierta parte de razón. Disfruta la vida si la quieres, que otra persona puede decidir que no le merece la pena, y ya no habrá ningún miedo religioso que la eche atrás.

Después, cuando Will llega a la extraña comunidad creada por su padre, todavía no se puede sacar de la cabeza aquella mujer, que con tanta coherencia ha llegado a desafiar sus propios razonamientos. En dicha comunidad no existe esa posibilidad de comprender por qué alguien se quita la vida, y todo parece enfocado hacia una forma socialmente aceptada de fanatismo.
Pero Isla vuelve a aparecer, y las dudas entre ambos vuelven a surgir, mientras Thomas ultima una máquina que completará su descubrimiento: un aparato que permitirá, por fin, ver que se encuentra más allá de ese velo desplegado por la muerte.

Más allá de que la química entre Jason Segel y Rooney Mara sea una auténtica locura, me ganan sus reposadas charlas, en medio de una sociedad que se vuelve loca por momentos.
Existe en ellos un ansia por volver a empezar, por hacer borrón y cuenta nueva, que no extraña en absoluto cuando observamos lo solos que se sienten, o lo perdidos que en el fondo están. Pero a la vez, tras todo eso, hay cierta comprensión, gradual, de que el mismo motivo que les ha traído a la comunidad de Thomas es el mismo que les impide separarse con un suicidio: su incipiente relación, modesta y en apariencia poca cosa, pero cuajada de momentos que van más allá del vacío moral que les rodea.
Quizá la vida no sea buena o mala, o merezca pararse cuando nos venga en gana. Quizá merece la pena hacer lo más del tiempo que tenemos, aunque duela.

Por supuesto, la resolución solo podría ser insatisfactoria, no existe respuesta al sentido de la vida.
Pero quizá no habría que buscarla tanto en nosotros mismos, como en el amor y el cariño que podemos profesar a otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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