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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Thriller. Drama Laura viaja con su familia desde Buenos Aires a su pueblo natal, en España, para asistir a la boda de su hermana. Lo que iba a ser una breve visita familiar se verá trastocada por unos acontecimientos imprevistos, que sacudirán las vidas de los implicados. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No existe nada más infravalorado que el saber, aunque sea de manera vaga, que todos están bien.
Que sabes dónde están tus seres queridos, que les volverás a ver, que puedes dormir tranquilamente porque la mañana siguiente es otro racimo de rutina que administrar debidamente.
Habrá quien lo tenga más en cuenta que otros, pero aún así es muy fácil olvidar que, en determinado punto de la vida, todo está ocupando su justo lugar.

'Todos lo Saben' es ese mecanismo debidamente engrasado, en el que sin embargo algo se ha colado.
Una duda que sobrevuela el corazón de todos los implicados, un agujero que no deja filtrar lo malo y una continua insistencia de que algo está mal pero no se va a solucionar pronto.
¿Qué mejor que una boda, la celebración familiar gigantesca por excelencia, para poner a prueba que tan bien funciona la maquinaria?

Asghar Farhadi dispone las piezas en el tablero de manera parsimoniosa, pero profundamente precisa.
Las atenciones de Paco nos hacen pensar una cosa, que los comentarios de Laura desarrollan de alguna manera, que el comportamiento de Bea, la esposa del primero, nos confirma veladamente: en este pueblo de conocidos hay más de lo que se ve a simple vista.
Con el título pendiendo sobre las cabezas de los invitados, es imposible que tú no pases a formar parte de esa comunidad, y empieces a teorizar sobre lo que está pasando, o aún mejor, sobre lo que pasó.

Ese es el primer acierto, sumergirte en una rutina tremendamente familiar, pero el segundo viene derivado de eso: ¿cuántos secretos a voces se revuelven entre los pequeños límites de un pueblo?
Probablemente suficientes para echarse cosas en cara, y abrir la puerta a la duda de que el más cabrón tiene razón, o la más inocente es una mentirosa asquerosa.
Nadie puede escapar limpiamente a lo que su corazón deseó años atrás, y Farhadi lo cuenta de tal manera que parece decir que, en España, tanto el amor más apasionado como la ruptura más desgarrada adquieren el mismo grado de evento social.

Pero lo que más le importa es pasar el suficiente tiempo cuidando que esa particular ventana se vea clara y cristalina... para después destrozarla con una pedrada inesperada y precisa.
Tan descomunal es el golpe, tan cruel su aparición, que solo te queda preguntarte, tú que ahora eres de pueblo, qué harías en su situación.
Lo peor no es el hecho de que haya pasado, sino el no haber sabido que pasaba hasta que es demasiado tarde, y entonces queda esa mezcolanza de arrepentimiento y rabia que se lleva tan mal con los rencores durmientes.

La gente del pueblo y su reconfortante cercanía en los momentos buenos pasan a ser un veneno intragable que demanda, ante la ausencia de un autor, que alguien pague.
Es conveniente no revelar nada más, pero aún sigue sorprendiendo la fealdad de la multitud cuando ayudar les exige desprenderse de su orgullo y mostrar una migaja de vulnerabilidad.

A Farhadi sin embargo se le descontrola esta última parte, y más quietud de la necesaria se cuela por el tremendo agujero que ha dejado en la ventana.
Pero la seguridad de que nada volverá a ser igual, y cada uno deberá afrontar consecuencias para las que no estaba preparado se queda, quién sabe si con posibilidad de limpiarse alguna mañana nueva.

Paco, por ejemplo, sonríe aunque el viento le recuerde todo lo que ha perdido injustamente, pero otros guardarán para siempre esa cara que se les ha revelado, de aquellos que deberían haberles ayudado.
Al final, es temible aprender que la familiaridad de un lugar y unas personas es más fácil de romper de lo que parecía, y el mecanismo que sigue girando las ruedas puede fallar cualquier día.

Es lo que tienen las pedradas: nadie las espera y se prepara, hasta que en el marco no te han dejado nada.
Charles
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