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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Comedia Las elecciones en un instituto americano sirven de pretexto para hacer una ácida y demoledora crítica del sistema político, de los valores dominantes y, en general, de la conducta de los seres humanos.
14 de agosto de 2018
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Probablemente no sea casualidad el plano del aspersor que abre la película.
Mostrando un chorro continuo periódicamente roto, pausando su sonido. Algo así pasa con las relaciones humanas, casi siempre interrumpidas por algún elemento insistente e insidioso que dificulta su buen curso.
¿Estoy sacando mucho de algo trivial? Es lo mismo que hace Alexander Payne, solo que a través de una elección escolar.

'Election' no es tan brillante por lo que pone de relieve, sino por lo que deja adivinar.
El profesor Jim McAllister no tiene especial simpatía por Tracy Flick, la candidata buenecita y perfectísima, en meteórico ascenso al consejo escolar, pero la deja estar (aunque eso no signifique que vaya a prestarle atención cuando levanta la mano en clase).
De la misma manera, Jim no guarda especial simpatía por el demasiado ingenuo Paul Metzler, pero sabe que es un elemento manipulable y necesario de presentar en las elecciones, para evitar ese "extenso tiempo a solas" con una Tracy ganadora, que confundiría aún más su ya de por sí conflictiva sexualidad.
Y finalmente, en una nota pequeña, el conserje nunca le echará en cara al Sr. McAllister cómo ensucia el suelo de una comida china que alguien tendrá que limpiar, pero eso no significa que le tenga que gustar como persona.

Ninguno de ellos, por supuesto, va a mostrar su verdadera cara (a no ser Paul, en sus buenas intenciones) y por eso sacan otra, una fachada amable, la que propicia percepciones envenenadas.
¿Por qué esa molestia? Puede que para ser siempre la primera, para gobernar una masa de tarados que necesitan una guía, como hace Tracy. O bien, como le sucede a Jim, para tratar con simple cordialidad algo tan tonto como unas elecciones escolares, que poco a poco están ganando una importancia que no deberían tener.
Lo gracioso, lo que arranca la carcajada, es esa mirada descarnada a la superficialidad humana, donde no cabe una idea buena, y el objetivo principal es joder al otro, porque hemos visto su verdadera (puta) cara por un segundo, y no nos gusta un pelo.

Curiosamente es Tracy, la más manipuladora y repelente, la que acaba arrastrando al "triste" Sr. McAllister (como ella le define) a una espiral de equívocos y mentiras, de la manera más absurda posible, como siempre sucede, porque cuanto más tonto el problema más difícil solucionarlo.
Poniendo así sobre la mesa que el problema no está en sus compañeros, ni siquiera en un sistema educativo que promociona ser el ganador, y mucho menos en que, curiosamente, siempre nos excita más quien odiamos que quien queremos: sino en el simple hecho de que, más de una vez, seguro que jodemos a alguien con una sonrisa, porque nos da la gana.

Es irónico comprobar como cada uno libra su particular "guerra política": Tracy contra la ignorancia general, Tammy, hermana de Paul, se presenta candidata para jorobar un amor que por capricho la abandonó, Jim contra las insufribles niñas bien como Tracy que en ningún caso deben llegar a dirigir una nación... y Paul acaba siendo más feliz que nadie, porque nunca libró ninguna.
Puede ser que la distancia en el tiempo acabe demostrando que era una tontería perder esfuerzo y salud en algo tan pasajero.

Aunque nunca se sabe, quizá si se lo tomaron así fue porque en el fondo supieron, como aprendemos nosotros, que lo trivial siempre acaba reflejando lo importante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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