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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Drama Rocky Balboa es un desconocido boxeador a quien se le ofrece la posibilidad de pelear por el título mundial de los pesos pesados. Con una gran fuerza de voluntad, Rocky se prepara concienzudamente para el combate y también para los cambios que acabarán produciéndose en su vida. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivir en la sombra da frío.
Los días pasan, y cuesta pasarlos sonriendo. Los tiempos cambian, y cuando menos te lo esperas estás fuera, eres otro que se quedó en la cuneta.
Con los recordatorios insistentes del fracaso, lo más difícil es permanecer impasible.

Pero 'Rocky' es así: casi siempre olvida los golpes continuos. Son solo otro método para ganarse la vida.
Su mayor afición no es subir al ring y machacarle la cara a alguien por unos míseros pavos, sino ganar ese dinero para poder ir a la tienda de animales y conseguir comida para sus tortugas. Y quién sabe, quizá esta vez esa chica que limpia la jaula de los loros se ría de sus chistes.
No es una meta grande, no tan grande como la de los prestamistas y poderosos que buscan el dinero, la fama o la publicidad. Pero es una meta, y para él es la mejor a la que aspirar.

Entonces surge la oportunidad: enfrentarse al campeón de los pesos pesados, en un combate que verá media nación.
Probablemente si no estuviéramos viendo la rueda de prensa con Rocky en su salón no tardaríamos en reírnos del paleto que piensa que tiene alguna oportunidad contra los poderosos. Pero la vemos con él, y sentimos vergüenza de esa gente que se burla sutilmente, porque sabemos que ante todo es una buena persona, más de lo que puede decir mucha gente de su misma condición.
Cualquiera ante esas bromas se habría echado atrás, habría agachado la cabeza, y aguantado los golpes. Pero la diferencia es que Rocky lleva demasiados golpes aguantados.

Y por primera vez tiene una razón para luchar: Adrian, la chica tímida de la tienda, le da una oportunidad. Vemos en la continua cháchara de Rocky y en el mutismo de ella al principio una sensación de incomodidad, que poco a poco evoluciona en calidez. Si alguien te lleva a realizar lo que más te gusta la madrugada de lo que prometía ser un jueves cualquiera probablemente se merece una oportunidad.
Contrasta con todos los que le han negado su oportunidad a Rocky, por considerarlo demasiado viejo, demasiado bobo, demasiado optimista. Es un barrio frío, donde cada persona en su propio caldo de rabia reprimida busca ser más de lo que se le permite ser.

Pero aunque surjan las envidias, y los intereses, Rocky descubre que todos tenían sueños, tan aplastados como los suyos, a punto de ser tirados a la basura por inútiles.
Que entre todos arrimen el hombro para que Apollo Creed no crea que esto es solo una publicidad rancia habla mucho de esos sueños: todos saben que este es el momento de la verdad, de aspirar a algo, de sacar la cabeza por encima y gritarle al mundo "seguimos aquí. Somos fuertes, y por eso seguimos aquí".

Son inolvidables las notas de Bill Conti en el entrenamiento, pero casi siempre se olvida la primera mañana que Rocky sale a entrenarse, donde solo la voz de una radio nos hace sentir el frío, el cansancio, y las ganas de abandonar cuando se sube una simple escalera. Pero ahí donde se podría decir "vete a casa, pierdes el tiempo, solo eres una broma" una voz interior te dice que es posible que el frío acabe si sigues adelante.
Aunque las piernas quemen, aunque los puños duelan, aunque la moral sea machacada. Si sigues adelante puedes demostrar que no eres la broma de los poderosos: eres una persona.

El combate final tiene tanto de puñetazos al cuerpo como al alma.
Y el cuerpo lucha por rendirse, por volver al frío cómodo (con una manta no se pasa tan mal), pero la voluntad y los que le rodean le exigen a Rocky que siga, hasta el final.

A veces, ese final se convierte en triunfo, en gloria, hace desaparecer el frío para siempre.
Y sabes que se puede. Solo hace falta aguantar los golpes, por más duros que sean.
Charles
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