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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Acción. Aventuras. Ciencia ficción Desde los confines del espacio hasta los suburbios de las pequeñas ciudades, la búsqueda llega a la casa de la reinvención por Shane Black de la saga "Predator". Ahora, los cazadores más letales del universo son más fuertes, más inteligentes y más mortales que nunca, y se han mejorado genéticamente con ADN de otras especies. Cuando un niño accidentalmente desencadena su regreso a la Tierra, solo un grupo de ex soldados y una profesora ... [+]
22 de septiembre de 2018
4 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién le iba a decir al Depredador que, tres décadas después, seguiría haciendo escala en nuestro planeta, solo que ya no como turista, sino en clase VIP.
Lo primero es lo más fácil: aceptar que la original es mítica, pero no intocable, y que su halo de leyenda se ha visto favorablemente hinchado por la "accidental" brillantez de sus partes.
Y lo segundo es aceptar que cualquier deriva de aquella, casi siempre levantada por la pela, no se caga sistemáticamente en una saga más digna de lo que parece.

Shane Black, sabiendo que esta 'Predator' nace con todo inventado, elige jugar sus cartas con inteligencia, divirtiéndose sin que le urja cruzarse con la criatura del título.
Aprovecha cada jugosa oportunidad de carne fresca, sí, no juega al misterio ni a la innovación, también, y por el camino no deja agitar un entretenido juego de perseguidores y perseguidos que va como un tiro cuando algún vitamínico diálogo no atina.
Si había alguna manera de desempolvar al "bien llamado" cazador de la jungla era esta: nunca está mal construir bazas por separado y juntarlas cuando toque, porque siempre ha molado que las posibles víctimas del Depredador sean algo más que trozos de carne con nombre molón.

Además, hay detallitos, casi siempre enfocados al humor, que bien pensados dan un sabor distintivo a estos tíos duros: no son un escuadrón de la muerte, no son sucios asesinos, sino mataos en medio de una operación gubernamental tratando con extraterrestres.
Sus armas, sus maneras, sus taras, no tienen nada de sobrado, y más bien parece que se mueven a matacaballo, improvisando cuando el cerco se estrecha y no queda otro remedio que salir corriendo, disparando a todo lo que se mueva.
Quinn McKenna y Nebraska Williams hablan de hombres que dejaron atrás en misiones suicidas, dando la impresión de que no quieren a su improvisado grupo mucho más, pero a la hora de la verdad les puede salvarse el cuello unos a otros ante una amenaza desconocida.
Y me da igual lo demás, solo por esa camaradería ya voy a tener una cosquilla de preocupación cuando se cruzan con el Depredador.

Más allá de ellos, de hecho, está esa impresión de "universo gigantesco" que empieza a expandirse, con cazadores alienígenas que han tomado la Tierra como base de narcotráfico biológico, y sorprendentemente funciona, en parte porque la persecución es imparable y feroz, pero también porque es la lógica expansión a una mitología donde los humanos siempre han sido trofeos a recolectar, nunca sacrificios por diversión.
Había un motivo por el que los rastafaris de mandíbula horrída venían a tocar los cojones a Chuache, Danny Glover y demás fauna del siglo pasado; una que viene a destiempo y con sabor a innecesario, pero Black no se calienta demasiado la cabeza con lo que, a fin de cuentas, no es más que una breve justificación para continuar la saga y lanzar algún que otro palo a nuestra carrera por la extinción: como los "ahora renombrados" Predator, nosotros también volvemos una y otra vez a esta mitología en busca de las esencias originales que nos hicieron quererla una primera vez.

Tal vez algo de eso haya en ese hijo de McKenna autista y descastado, que vive una aventura entre mayores, llegando a calzarse un casco alienígena en la noche de Halloween, en un intento sutil por parte de Black de recordarnos aquel chaval que hasta hace no mucho se dejaba fascinar por estas cosas.
Ahora ya no somos tan jóvenes, los Depredadores no son tan nuevos y los machotes musculados del pasado han dejado paso a los traumados prescindibles del hoy.

Supongo que es decisión de cada uno decidir si le merece la pena que el Depredador, cual Peter Pan galáctico, nos encuentre más viejos y cabreados por tonterías a cada visita.
Yo, por mi parte, prefiero saludarle sabiendo que nunca habrá otro primer encuentro, pero las risas, la sangre y las columnas desmembradas no nos las quita nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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