Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Ciencia ficción. Comedia. Drama Paul es un hombre que se da cuenta de que tendría una vida mucho mejor si encogiese, pues todo lo que necesita en la vida lo tendría igualmente pero en abundancia. Así que decide reducir enormemente su tamaño, ahora que la tecnología lo permite. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2017
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cumple tus expectativas académicas.
Cuida de tus padres, visitales dos veces a la semana.
Encuentra una buena pareja, cásate, compartid una hipoteca.
Construye tu carrera, asiste a las reuniones sociales, no pierdas de vista todo lo que te espera una vez hayas pringado lo suficiente.
Al inicio, se dice "todo el mundo sufre en alguna parte": empezarás a creer que es cierto, si te paras a pensar lo suficiente.

'Una Vida a lo Grande' se presenta como una comedia amable sobre lo que pasaría si se pudiera reducir personas en el mundo real, algo tantas veces retratado en la ficción que nunca nos hemos parado a reflexionar sus verdaderas implicaciones.
Estas asoman en forma de ilimitadas ventajas: mayor espacio para los que decidan ser diminutos, solución sostenible a la sobrepoblación, recursos virtualmente inagotables y residuos mínimos, o liberación de la maltratada economía individual al estar manteniendo a gente mucho menos grande.
Y sin embargo, todo eso no parece ser suficiente. Otra vez, como tantas otras veces en la Historia, le ponemos unas condiciones a nuestro bienestar, y nos creemos libres dentro de las rejas que nosotros mismos hemos aceptado.

Paul Safranek, en ese sentido, es sólo otro currito más.
Alguien que no está llamado al cambio, alguien que no sueña con una vida grandiosa: ver cómo se miniaturiza toda una habitación de personas basta para meterte en la cabeza esa idea de que todos estamos supeditados a un mismo sistema, por muy fantástico que se haya vuelto.
Si quieres ver la historia de una revolución social este no es el lugar adecuado, aquí sólo hay conformismo disfrazado de oportunidad, o callejones sin salida vendidos con charlas amables y conferencias "para ayudarte a vivir mejor".
Aquí el trabajador común quiere dejar claro que es dueño de su propio destino, pero se apresura a coger el tren del progreso, no vaya a ser que el resto de afortunados le manden postales diciendo lo mucho que se ha equivocado.

En el fondo, no se diferencia demasiado de comprar sólo Apple, hacerse vegano o invertir en bitcoin: miniaturizarse es sólo otra de esas modas que parece guardar más ventajas de lo normal, y sirve convenientemente para separar una sociedad que, otra vez, ni con eso consigue el utópico mundo bien repartido con el que siempre está soñando.
Paul se da cuenta pronto al ver que más allá de su mansión de juguete, absurdamente vacía y artificial, siguen existiendo los guetos, los trabajos mal pagados y las vidas sufridas, directamente exportadas de la existencia tamaño grande que tenía antes.
Y toca preguntarse: ¿hemos cambiado el guión si cambiamos el escenario?
O, como dicen sus nuevos y hedonistas amigos Dusan Mirkovic y Konrad: si aunque tus ahorros se han multiplicado pierdes el privilegio de prescindir del trabajo, ¿qué te queda aparte de ser diminuto e insignificante?

De algún modo, está fábula contemporánea no ha podido encontrar mejor protagonista que Matt Damon, con su evidente falta de conexión con lo que se está contando, casi parece un error de casting, y sin embargo su apariencia de boy scout all-star yanqui, prototipo del ciudadano modelo, resulta crucial para la fina, finísima, casi imperceptible si no se busca, crítica social sobre las expectativas personales que chocan con un mundo globalizado en cambio constante.
Él, de matrimonio esforzado y vida pudiente, nunca se imaginó limpiando casas como un inmigrante cualquiera.
Él, habiendo experimentado aceptable vida social, contando con amigos de recursos, ni siquiera se planteó compartir dilemas con esa gente que aparece en el noticiario viajando en cajas de televisión para sobrevivir, porque siempre eran ruido de fondo.
Y a Paul, por supuesto, le sorprende que deslomarse cada día no tenga repercusión en su propio bienestar, porque quizá pensó que ser pequeño te metía en una fantasía donde ya no dependes de todo eso.

La reflexión sobre la vida que lleva el que paga todas sus facturas a tiempo se va haciendo más presente, hasta que al final se reduce a una sola pregunta: ¿te diriges a donde quieres quedarte, o te toman las decisiones otros, por la inercia de una realidad inestable?
Quizá es difícil pensar en los propios deseos cuando el futuro está ahí, y te prometen que vas a ser parte de él.
Pero me gustaría pensar que lo que uno quiera, por muy jorobado que vaya a ser, sigue teniendo peso en el propio mundo, por mucho que sea grande o diminuto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?

Últimas películas visitadas
Los piratas de Malasia
1964
Umberto Lenzi
4,0
(96)
arrow