Young-Hwan es un poeta a punto de entrar en la vejez que se reencuentra con sus dos hijos después de mucho tiempo mientras se hospeda en un hotel con la intención de actualizar y normalizar su relación. Al mismo hotel llega una chica entristecida por su reciente separación que recibe la visita de una amiga. Mientras todo esto ocurre una nevada irrumpe de forma súbita y las conversaciones van acelerando la trama.
Si cuando vaya al cine busca conductas ejemplares o casi heroicas es mejor que no elija esta película. El prolífico director Hong Sang-soo, al que recuerdo gratamente por "En la playa sola de noche" y "La cámara de Claire", es un espíritu libre en el fondo y en las formas que hace literalmente lo que le apetece y trata temáticas que le interesan en relación muchas veces con su propia vida privada.
En esta nueva entrega se trata de una de esas propuestas con las que puedes conectar más o menos. De las dos películas que menciono tengo que reconocer que me costó entrar en la narrativa de "En la playa sola de noche". En esta ocasión creo que me he adentrado plenamente en este drama que nos transmite poesía y emoción vital a partir de temáticas tan trascendentes como pueden ser el arrepentimiento, la necesidad de perdón, la resignación, las dificultades en las relaciones familiares o el inexorable paso del tiempo. Las escenas van fluyendo en una primera parte de una estética contemplativa con un blanco y negro de una belleza incontestable precediendo una segunda parte más dialogada y necesaria para acabar con un desenlace poderoso y contundente.
Todos los personajes y especialmente el poeta protagonista presentan trayectorias vitales o conductas nada ejemplares lo que los hace creíbles a partir de una sinceridad descarnada que necesita consuelo, perdón o una mínima aceptación mientras el tiempo se desvanece, el placer se esfuma y la nieve con su belleza es capaz de cubrir todo de una majestuosa y efímera sábana blanca. (7)
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