Se nota perfectamente que Michael Bay ya era un creador de "blockbusters" totalmente consolidado en Hollywood cuando hizo esta segunda parte. La diferencia de presupuesto respecto a la más modesta primera entrega se puede apreciar en la mayor duración, mejores y más numerosas escenas de acción, localizaciones en varios países y en general una espectacularidad y ritmo muy superior a la otra.
Al mismo tiempo, no se pierde del todo la esencia de las "buddy movies", en la relación entre estos dos policías que también son amigos en su tiempo libre. El humor está muy presente en sus diálogos, pero no acapara ni ensombrece a lo que más me interesa, que es la acción.
Por lo general es bueno, como en la secuencia donde van por la noche a casa del jefe, la cual me hace bastante gracia. Eso no quita que tenga algún que otro momento de vergüenza ajena, como la escena de las ratas.
Bay despliega todas sus dotes para destruirlo todo y jugar con la cámara al mismo tiempo, como podemos ver en el tiroteo de la casa (con esa vistosa cámara giratoria), la escena del principio con los racistas o toda la parte de Cuba, que constituye la gran traca final.
El malo de turno es nuestro paisano Jordi Mollà, anclado en su eterno papel de narcotraficante hispanoparlante. En el doblaje al castellano le dan un acento bilingüe cubano que no queda del todo bien.
Resumiendo, es una "buddy movie" pero al revés, en donde la acción brutal está mucho más equilibrada con el humor de lo que suele ofrecer este subgénero.
La recomiendo.