El planteamiento de la serie podría encajarse en la línea de los mejores thrillers de John Katzenbach. Y con Mateo Gil (creador de la estupenda “Nadie conoce a nadie”) llevando el proyecto y Tosar como protagonista, la cosa prometía mucho.
De hecho, el primer episodio puede dar la falsa sensación de estar creando un ambiente para desarrollar una historia francamente interesante. Desgraciadamente, tras haberla visto entera, me he quedado con las ganas.
El prolífico y casi siempre acertado Luis Tosar se pone en la piel de un rico magnate de la comunicación, chantajeado por un misterioso grupo que irá matando a personas al azar si no se cumplen sus exigencias. Pero no es ni mucho menos de los mejores personajes que ha hecho Tosar. Genovés es frío, el típico rico que solo quiere mantener o aumentar su fortuna y poder. Es serio y poco emocional, un poco psicópata social (que no asesino). Y la mayoría del tiempo parece que lo que le pasa no va con él. Salvo contadas ocasiones, no se ve que lo esté pasando realmente mal. Tanto el actor como el personaje, en mi opinión, están desaprovechados.
Vemos una producción más o menos solvente, con montaje y fotografía bastante buenos. Incluso saben simular bastante bien esa escena en Siria, que dudo mucho que la hayan filmado allí, pero da el pego.
Pero donde falla estrepitosamente es en el desarrollo de la historia. Está muy bien que hayan optado por hacerla en formato de miniserie con solo seis entregas, pero aun así, me da la sensación de que se habría quedado mejor en forma de película larga.
Tiene una notoria falta de ritmo, que hace que toda la emoción por la intriga del chantaje desaparezca como el agua en un sumidero. No logran transmitir muchas sensaciones, debido a un enfoque demasiado frío y lento, con un más que molesto empeño en perder el tiempo con la vida personal de Genovés (que me importa un pimiento, la verdad), en vez de centrarse en la investigación policial acerca de los favoritos de Midas, algo que con un argumento un poco más trabajado podría haber sido un thriller frenético y absorbente de los que te tienen pegado al asiento.
Podría también haber dado mucho más de sí en la crítica social y el dilema moral que plantea. Me gustaría que hubiera ahondado más en la codicia del cuarto poder. Pero al final solo pasa de puntillas por estos temas. Prefieren alargar las escenas de forma innecesaria y enrollarse con la relación de Víctor y Mónica.
En fin, es una miniserie que debería haber estado mucho mejor, con ese actor, ese director, y esa idea. Iba a ponerle un 5, pero al terminar de ver el último episodio he cambiado de opinión y prefiero ponerme duro y darle el suspenso (ver “spoiler”).