A la mayoría de adaptaciones de relatos de H.P. Lovecraft en el cine les pasa como a lo que hace Uwe Boll con los videojuegos: acaban destrozados por caer en malas manos.
Esta producción española inspirada en el genial relato “La sombra sobre Innsmouth”, no hay por donde cogerla.
No se puede salvar nada. Desde que empieza hasta que termina es un despropósito o una escena de vergüenza ajena continua.
Los hombres-pez, que en el cuento original daban mucho miedo porque no quedaba claro lo que eran, aquí desde el principio parecen claramente monstruos. Pero están espantosamente mal hechos porque se nota que es un disfraz, y encima el protagonista se queda tan pancho al verlos por primera vez en el puerto gallego ese. Mal vamos.
Luego tenemos unos efectos especiales que dejan que desear. Entiendo que no tienen demasiados recursos económicos, pero si no puedes hacer una cosa bien y lo sabes ¿para qué la haces?
Los actores están fatal, especialmente Raquel Meroño, que patéticamente da la sensación de que lo único que sabe hacer bien es enseñar sus pechos.
Todo es malo, chusco y horrible. Pero sin duda, hay dos cosas que ya claman al cielo y dan ganas de matarlos a todos. En primer lugar, que haya sido la última película de Paco Rabal. Y, en segundo lugar, la tremenda falta de respeto a Lovecraft.
El relato original es extraordinariamente bueno, y ver lo que han hecho con él me hierve la sangre. Porque de algo así podría haber salido una gran película de terror, y sin embargo tenemos que echarnos las manos a la cabeza todo el rato o directamente dejar de verla por la mitad.
Habría que haber echado al director y todos sus trabajadores al mismísimo pozo de Dagon y que les diera su merecido a todos.