Hay personajes clásicos que ya cansan, y da pereza volver a ver una nueva adaptación, ya que inevitablemente siempre terminan volviendo al cine una y otra vez, y nos sabemos la historia.
Al igual que “Los tres mosqueteros”, “Robin Hood” o “El conde de Montecristo”, este rey que se vuelve así por sacar una espada de una piedra, está más visto que el tebeo.
Después de la versión con Clive Owen, que me gustó mucho por su épica y que además ofrecía un punto de vista alternativo (una especie de origen del mito con base real, si queremos definirla así), ¿qué más hacer? Pues nada menos que darle la batuta al pirado de Guy Ritchie y hacer un rey Arturo ultramoderno, con monstruos, efectos especiales por doquier y el particular estilo de este director.
Así que tenemos cámaras lentas, elefantes gigantes y muchos otros bichos digitales, estética de videoclip o videojuego y una música moderna que raya mucho. Aunque no es la primera vez que escuchamos algo así. No nos olvidemos de la banda sonora de “Lady halcón”, que ya era algo parecido a nivel de anacronismo, con esas guitarras eléctricas.
Luego están el omnipresente negro de Gladiator (es casi tan pesado como el negro del “whatsapp”) y el chino Jorge (tal cual) que entrena al niño. Vale que hay que ser políticamente correctos, pero ¿quién se cree que podría haber tanta multiculturalidad en la lejanísima Britania de ese momento? ¡Que no había aviones, hombre!
Pero bueno, de perdidos al río. Reconozco que si uno se deja llevar un poco de la mano de Ritchie y quitarse los prejuicios, la película llega a resultar moderadamente entretenida.
Está muy bien en cuanto a fotografía y diseño de producción. Tenemos a un villano genial. Es Jude Law, que ya fue el Watson de Ritchie y que queda perfecto como malo. Espero que le den más papeles así porque encaja como un guante.
Por cierto, parece que últimamente todo lo medieval tiene que hacer referencia a dos de las mejores series del momento. Aquí salen vikingos porque sí, porque están de moda. Y de “Juego de tronos”, tenemos al consejero de Sansa Stark, es decir “Meñique”, aunque sin su barba.
Como curiosidad, y siguiendo la línea (seguramente obligada por la productora) de lo políticamente correcto, en lugar de Merlín sale una emisaria suya. Es paisana nuestra, la actriz que hacía de sirena en la cuarta de “Piratas del Caribe”.
Otra cosa que me ha gustado es que podrían haber caído en la tentación de meterle mucho humor, como suele ser habitual últimamente. Afortunadamente, hay las dosis mínimas de esto.
El montaje alocado no le sienta bien. En “Snatch” servía, pero aquí está fuera de lugar.
Aparte del espectacular principio (más propio de “El señor de los anillos” que del mito artúrico) y del final, que parece sacado de un videojuego del tipo “Mortal kombat”, no hay ninguna gran escena memorable en medio. Tan solo hay un momento de acción que no inventa la rueda.
En fin, no es más que un puro divertimento veraniego y una nueva locura de Ritchie, pero que al final se queda a medio camino de todo. Se podría comparar con otras “medianías” fantásticas de los últimos años, de las que han salido miles a la sombra del señor de los anillos, como por ejemplo “El séptimo hijo”, "Hércules" (de Dwayne Johnson) o “El último cazador de brujas”. Es decir, es una película que no da demasiado frío ni calor, y que parece un refrito de otras.
Entretiene si te olvidas de sus defectos, pero del rey Arturo, me quedo con la de Clive Owen. Y de Ritchie, prefiero las de Holmes, que le salieron mejor que esta.
Me da la sensación de que dentro de un par de semanas se me habrá olvidado casi del todo.