No duró demasiados años la época de más éxito de este actor cómico. Y aunque hizo más de un bodrio en su momento, esta es de las que mejor podemos salvar para mi gusto. Que conste que no es que sea una gran película en absoluto, por supuesto, pero me hace reír, sobre todo con la escena en la que se disfraza de repartidor de pizza para husmear en la comisaría.
Lawrence es un tipo que me cae simpático y del que me gusta su tipo de humor lleno de cháchara, que me recuerda un poco a lo que hacía Eddie Murphy en los 80. Como protagonista absoluto, hace un trabajo realmente divertido a pesar de sus exagerados aspavientos.
No es creíble que sea capaz de engañar a todos, pero eso da igual en este género.
El humor del film es, además, muy blanco, para todos los públicos y que no tira de las referencias constantes a la cultura pop de otras muchas comedias.
Es entretenido ver las situaciones de este ladrón y policía, que incluyen incluso alguna escena de acción bien hecha.
Pero no deja de ser un vehículo de lucimiento para Martin Lawrence, de manera que si te gusta su humor te lo pasas bien viendo este film que por lo menos no es tan malo en su argumento como otros que hizo (“El caballero negro” o “Esta abuela es un peligro”, por ejemplo).